​Para muchos el 5 de mayo recién pasado no es más que otro día cualquiera. Sin embargo, para quienes se han hundido en el mundo social y en el mundo del arte; está fecha tiene una significancia interior especial, y es que hace 30 años atrás, un día como hoy, una fotografía y una muerte cambiaron la visión que el mundo occidental tenía sobre una enfermedad, una epidemia, una “lacra” y una crisis que nadie se quería hacer cargo.

En 1990 la revista “Life” de Estados Unidos (USA) publicaba una desgarradora fotografía tomada por Therese Frare, estudiante de periodismo, en la cual se capturaba el momento exacto de la última agonía de David Kirby, un joven homosexual enfermo de SIDA, qué junto a sus padres, hermanos y algunos amigos, postrado en su cama, famélico y con los ojos sufrientes dejaba ir su último aliento para morir.

Para 1990, El VIH-SIDA solo se podía describir con tres palabras claves: Muerte, Vergüenza y Estigma. Con millones de personas infectadas, aún sin descubrirse un tratamiento adecuado, era la epidemia de finales del S. XX; una enfermedad cargada de tabúes, marginaciones, y miradas de profundo desagrado. La palabra SIDA era símbolo de miedo, rechazo y discriminación por las sociedades que ignoraban casi todo de esta enfermedad; y que era atribuida como un lastre a ser considerada únicamente una enfermedad “homosexual” (Cosa que hoy sabemos que está lejos de ser así).

Pero ¿Quién era el que moría en esa cama? David Kirby era un joven que luchaba por los derechos de la población LGBTIQ+, que contrayendo la enfermedad en los años 80’s en California, regresó con su familia en Ohio para morir, siendo recibido y acogido en el seno del hogar simplemente a esperar el desenlace. Therese Frare, la fotógrafa, que trabajaba de voluntaria en un centro donde la familia de Kirby acudía para recibir los inútiles tratamientos de la época, lo visitó esa noche; y la madre de David le pidió que tomara unas fotografías para recordar los últimos momentos de su hijo: ese es el instante que recoge esta imagen.

Luego de que Frare tomara las fotografías, él simplemente se apagó. David Kirby, aún en medio de su agonía, quería que las fotografías se difundieran para contar su historia, y combatir el estigma. Recordemos que en aquella época el gobierno de Estados Unidos no tenía políticas sociales y de salud pública para cuidar a los afectados de esta epidemia; enfermedad que se concebía como pecado, delito y enfermedad.

La fotografía de “Life”, fue escandalo nacional e internacional, más en una sociedad donde el tema era tabú para los medios de comunicación. Se difundió profusamente por muchos medios, y fue reconocida con el Word Press Photo (1991). Pero más allá de los premios, fue esta simple fotografía la que permitió el cambio de todo. Todo cambió.

La marcar internacional “United Colors of Benetton”, con autorización de la familia, uso la fotografía en una campaña para sensibilizar a la sociedad en torno a la enfermedad, la campaña tenía por nombre: “Pietá”. Una clara alusión a la “Pietá” de Miguel Angel. Dicha campaña recibió muchos premios como el de los Directores de Arte Europeos para la mejor campaña publicitaria de 1991 y el Premio fotográfico Infinity del Houston International Center. La imagen se exhibió en museos por todo el mundo y en 2003, la foto fue considerada como una de las 100 fotos que cambiaron el mundo. Sin embargo, el escandalo fue enorme; tanto en aspectos sociales como religiosos ¿Cómo se atrevían a comparar a David Kirby agonizante con Cristo yacente? La Iglesia Católica fue la principal opositora y crítica de la campaña.

Posterior a todo esto, la fotografía fue la causante de un cambio total de mentalidad sobre la enfermedad. Esta fotografía cambió la visión del mundo sobre el SIDA, ayudo a disipar el miedo y la ignorancia voluntaria de quienes no querían ver el dolor del otro, permitiéndoles darse cuenta de que las personas con SIDA eran dignas de compasión, y colaboró en muchos aspectos en la mejora y apoyo a los enfermos y al control de la misma epidemia.

Si bien la Iglesia Católica de hoy no es la de los 90’s, ¿Por qué escribir sobre esto en una web como esta? Porque al escribir sobre esto podemos activar nuestros ojos palautianos y sentir ese llamado profundo a mirar a Cristo en todos, como declaramos que hacemos, en todos, incluso en David Kirby, no al ejemplo de nuestra Iglesia de los 90’s, sino al ejemplo de Cristo mismo.

El don que nos ha regalado el Espíritu Santo desde antes que naciéramos, el carisma, nos permite ver mas allá del escándalo. El pasado 5, que se cumplieron 30 años de que dicha foto fue tomada, nos presenta un panorama ideal para contemplarla y encontrar en ella a Cristo. ¿Pero está Jesús-Iglesia en ella? Contemplémosla con atención.

En la fotografía, el sufrimiento es patente en la fisonomía consumida de David ¿Ese rostro no nos recuerda a Cristo? ¿O prima para para nosotros que era homosexual, activista y enfermo de SIDA? Miremos la escena… la compasión y misericordia de los que allí se encuentran nos debería remover la visión que tenemos de la enfermedad y las personas ¿Lo vemos?

No olvidemos que la primera obra de misericordia corporal es precisamente visitar y cuidar a los enfermos ¿Por qué nos escandalizó tanto como Iglesia entonces? Me cuestiono qué teníamos en el corazón en ese momento; me preocupa también qué otros estigmas tenemos hoy en el corazón que no queremos ver. Quizás hoy ya no es comparar un enfermo de SIDA con Cristo en su última hora de muerte…. ¿Quienes son?

Volviendo a la imagen. El sentimiento de tristeza que produce nos debería recordar profundamente nuestro ser palautiano, y al guardar silencio escuchar esa voz interior que no susurra… “Sanar el cuerpo llagado de Cristo… sanar el cuerpo llagado de Cristo” que tantas veces decimos.

Adentrándonos más aún en la imagen, hay dos claves que nos permiten contemplar esta fotografía y nos ayudan a concretar nuestra mirada eclesial sobre ella: los ojos y las manos.

La mirada profunda de las personas de la fotografía lo explica mejor que cualquier palabra: los ojos desorbitados de David Kirby en el momento en que debe aceptar la muerte ¿Acaso la mirada profunda y serena de su rostro consumido no nos punza dentro?; la mirada de consuelo porque su niño descansará del dolor que tiene su padre ¿No nos identifica?; la incomprensión de la mirada, que intenta entender que es lo que pasa, de la sobrina de David aferrada con fuerza a su madre ¿No nos recuerda la partida de nuestros propios seres queridos? Todas estas miradas nos hablan de la Iglesia sufriente a la que buscamos servir y sanar; Iglesia que en los 90’s no pudimos ver… Iglesia que en el 2020 estamos llamados a ver.

¿Y las manos? La repetición de ellas, 10 manos en la imagen quieren ofrecer consuelo: las manos del padre aferrado a su hijo, su niño; las de su amiga y cuidadora que toma la mano delgada del moribundo como si quisiera compartir su sufrimiento; las de su hermana aferrada a su hija, y la de la pequeña que pareciera que no se atreve a tocar a su tío. Y, por último, las manos de la imagen religiosa de la pared: los brazos extendidos de Cristo-Iglesia en su inmenso amor al recuperar a su hijo en su seno.

Hoy me pregunto ¿Quienes son los David Kirby que nos escandalizan como personas, cómo congregación, cómo Iglesia? ¿Qué escándalo es hoy el que no nos permite ver a Cristo? Hoy muchos de nosotros estamos cómodamente sentados nuestra casa, tranquilos, pensando en que ya lo hacemos todo… Ojalá este sea el escándalo que vivamos hoy: el escándalo de no querer ver y tocar, el escándalo a cuidar nuestros espacios puros y sagrados donde no hay lugar para los marginados. Hoy es tiempo de escandalizarnos, pero de nuestra comodidad, mas bien, ojalá este sea el escandalo que hoy nos pase al ver y contemplar esta imagen.

Nuestro camino de conversión no es solo personal, sino también como Iglesia.

 

Orlando Carvallo C., EEA, Chile.