Tuvo sed el pueblo de Israel
Tuvo sed la samaritana
Tuvo sed Cristo en la cruz
Tres personas con sed, tres personas que necesitan, que buscan, que anhelan, que esperan…

El pueblo de Israel va por el desierto, siente calor, tiene sed y reclama y pide agua para beber y así saciar la sed del cuerpo y su necesidad es tan aguda que llegan a reclamar  contra Moisés y añorar la tierra de la esclavitud; Moisés les da agua de la roca y ellos se contentan y aquietan; su cuerpo, su necesidad básica está saciada. (Éxodo 17,3-7). Ahora ya pueden seguir adelante, ya están tranquilos, pero en el momento de la necesidad perdieron la paz y la confianza en Dios, no recordaron la promesa, ni el Mar Rojo que milagrosamente cruzaron, ni los dolores de la falta de libertad. Se olvidaron del Señor y se centraron en su necesidad inmediata., perdieron la perspectiva.

La samaritana en el evangelio (Lucas 15,1-3.11-32); también tiene sed, necesita agua para vivir y va al pozo de Jacob para buscarla; pero esta mujer tiene además otra sed, una sed  honda, profunda y vital, por eso pide Agua Viva, agua que sacie toda su sed.  Ella ha bebido de varios pozos -“maridos”-  y no ha encontrado alivio a su aridez interior, por eso ha seguido buscando  agua,  buscando sentido,  buscando amor…
Su sed es más honda que la del pueblo de Israel.  Ella lleva por dentro necesidades afectivas, necesidad de liberación de las dependencias y falsos consuelos, necesidad de amor y dignidad, y Jesús le da todo lo que necesita, todo lo que busca.

Cristo en la cruz también dirá. “Tengo sed”, y su sed no es sólo profunda sino universal, eterna, insondable. ..tiene sed de nuestros corazones, tiene sed de una humanidad regida por el amor, saciada con el agua viva que ofreció a la samaritana, una humanidad que le rinda honor en espíritu y verdad, una humanidad ” humanizada “que vive el Reino aquí y ahora, que encarne el mensaje de amor y salvación que es Él mismo, una humanidad que sea una gran familia donde a nadie falta lo necesario, donde las relaciones engendren vida y felicidad en los demás,  donde el amor hecho solidaridad, generosidad  luz y verdad sea la moneda de intercambio, donde el honor sea el servir a Dios y a los demás.

Todo esto puede sonar muy bello pero algo abstracto, pero no lo es, porque todo esto se juega en el día a día.  Hoy y ahora puedo ser veraz, empático y solidario. Hoy y ahora puedo elegir el perdón en lugar del rencor, hoy y ahora puedo elegir la confianza en lugar de la duda, la honestidad y no la manipulación,  el silencio en lugar de los comentarios sutilmente malintencionados, la fe en lugar de la autosuficiencia.

Hoy y ahora, Jesús nos ofrece Agua Viva…
Aceptemos su regalo, dejemos que nos hable de “nuestros maridos” y reconozcamos con humildad cuáles son esas aguas de fantasía que nos sacian momentáneamente pero que a la postre nos dejan con la misma o más sed.  Una Coca Cola, por más helada y espumante que sea, no sacia la sed como la hace el agua fresca y cristalina de un manantial. Si miramos nuestra vida y somos honestos, veremos que en nuestra despensa tenemos una variedad de bebidas de fantasía para saciar nuestra sed. .Hoy es día de sacarlas, hoy, como a la mujer samaritana, se nos ofrece el alivio, la libertad, el gozo y la paz que trae el Agua Viva que es Cristo. Como ella, atrevámonos a recibir este regalo y a comunicarlo a los demás.