La francesilla tiene un bollo de pequeñas raíces, y por aquí se alimenta; sube encapullada sobre un palito recto y en esto nos dice que pertenece a la familia de la justicia. Sube recta, y forzada por el peso de sus hojas, se inclina hacia el Sol de justicia. Sube recta hacia Dios y da a Dios el tributo de honor, de gloria, de amor, de obediencia y sumisión que le es debido. Religión es una virtud por la que el hombre da al verdadero Dios el culto que le es debido… La  devoción, la oración, las preces y súplicas, el canto de himnos y salmos, el sacrificio, las ofrendas y oblaciones, los juramentos, votos y promesas, nuestras funciones religiosas, la erección de templos y altares, todo esto pertenece a esta virtud: es religioso el que la tiene.

¿Debes a Dios alguna cosa? ¡Ay! mucho y muchísimo. Le debes primeramente amor, le debes   honor, le debes acción de gracias, le debes obediencia, respeto, oración, alabanzas y súplicas… se lo pagas, ¿y se lo pagas bien? Medítalo… ¿Das a Dios aquel homenaje de obsequios que le es debido? Examina bien tu conciencia: da un paseo por el jardín de tu alma, y mira cómo están las  francesillas, mira cómo pagas a Dios estos tributos. De entre medio de una planta que parece una yerba despreciable sube sobre un palillo un botón, y revienta la flor. No basta tengas escondidos allá en los adentros tus buenos sentimientos religiosos: vean tus obras buenas, y glorificarán los prójimos a tu Padre que está en los cielos: has de dar de ellos un testimonio público; así te lo pide la religión. Toma tus francesillas y porque no tienen olor, pon en medio de ellas a la reina de las flores, la rosa, y ponla en las manos de nuestra jardinera María, y le dirás:

Señora:
Recibid estas mis flores;
aceptad estos mis propósitos.
Yo me obligo a dar un público,
sincero, inequívoco y fiel testimonio de amor,
de respeto, de obediencia,
de gratitud, de adoración a mi Dios
en los tiempos y en todas las circunstancias
que la religión me lo prescribe.
Recibid, hortelana mía,
recibid estas mis resoluciones;
a vuestro cuidado fío las francesillas.