El día 15 de octubre, en la capilla del Colegio ¨Santa Teresa de Jesús¨ en Goya (Corrientes – Argentina), celebramos un gran acontecimiento y acompañamos a la Hermana Elizabeth Musuvi en su profesión perpetua y su unión definitiva a la familia de Carmelitas Misioneras Teresianas, para amar y servir a su Amada Iglesia: Dios y los hombres.
Este día contamos con la presencia de varias hermanas de las distintas comunidades de nuestra congregación, y de la hermana provincial María Isabel Obregón, que recibió los votos de la profesa, de nuestro Obispo, Monseñor Adolfo Canesín, que presidió la Eucaristía y otros sacerdotes amigos.
La celebración la animó el coro parroquial de los niños, en el que participa la hermana Elizabeth. Los cantos palautianos que prepararon para esta ocasión resonaron con mucho entusiasmo y alegría. La capilla se llenó de mucha gente querida, la que día a día entrega su vida para una misión común, que como familia palautiana e Iglesia de Goya realizamos.
Muchas fueron las expresiones de cercanía y emoción desde la fe por parte de todos que acompañaron a la hermana Elizabeth, entre ellos los representantes y directivos del Colegio, las personas que desempeñan su labor en el Centro de apoyo escolar Estrella de Belén, los que colaboran en el Comedor del Ángel de la Guarda, la Comunidad Carmelita Joven, la pastoral de adicciones y tantos otros que imposible nombrar aquí. Lo que sí queremos, es dar este espacio a la misma hermana Elizabeth, transcribiendo a continuación su propia experiencia de este día.
“Fue un día muy importante de mi vida, esperado desde hace años… y la verdad, disfruté un montón de poder compartir con la gente. El pensar que todos vinieron para acompañarme me daba una alegría inmensa desde dentro, que a veces no se necesita expresar con palabras sino con gestos. Tuve una experiencia muy linda y muy motivadora para seguir adelante en esta misión que el Señor puso en mi camino y estar atenta al grito de la Iglesia.
También la paciencia que tenía la gente para esperar hasta el final de todo, para mí era una experiencia fuerte de amor que la gente nos tiene… y de amor a la Iglesia que somos todas.
Yo no esperaba mucha gente y al entrar a la capilla me sorprendí porque estaba casi llena y la gente muy contenta esperando tranquilamente, esto me llenó de alegría y me sentí muy querida y sentí la presencia de Dios a través de su pueblo. Y a pesar de que no soy de acá, entendí perfectamente que todos somos hermanos/as en Cristo Jesús: Somos Iglesia pueblo elegido de Dios”.