Hoy, 20 de marzo conmemoramos la Pascua del Beato Francisco Palau y Quer, nuestro fundador.

Los últimos diez días de su vida nos los describen así:

“El día 10 de marzo de 1872 había llegado a Tarragona enfermo, contagiado por haber asistido a los apestados en Calasanz (Huesca). Diez días después, 20 de marzo, murió en dicha ciudad tarraconense rodeado de los hermanos y hermanas carmelitas por él fundados. Acusado de práctica ilegal de la medicina, suspendido en sus licencias ministeriales por el vicario capitular de Barcelona, sede vacante, Juan de Palau y Soler… Querido y venerado por sus hijos e hijas espirituales, por el pueblo…

Quienes le vieron morir, testifican: invocaba a María, a san José, a su Angel de la Guarda, hablaba con santa Teresa, hablaba de la Iglesia.

Con estas palabras en sus labios murió: He sujetado mi juicio, no me ha apartado nunca de la Iglesia… Ya es la hora Teresa.”

Los últimos diez años de su vida, quizás nos los podría describir él con las siguientes palabras:

“La clave de toda mi vida espiritual y de mi misión eclesial es el encuentro con Cristo vivo en su Cuerpo Místico, en la Iglesia.

Todo esto tenía una imagen y un rostro concreto, no era un mundo de respuestas teóricas, era un compromiso real a través de la predicación, la catequesis organizada, los exorcismos, la pluma como escritor y periodista…

Me dejé llevar por todo aquello que me impulsaba a amar y servir a la Iglesia, en los pobres, los enfermos, los niños, los jóvenes, las familias…

De nuevo tuve que soportar denuncias y juicios por las numerosas curaciones que hacía, incluso llegué a liberar con éxito a algunas personas que se sentían atadas por fuerzas del mal.

Como misionero apostólico prediqué misiones populares en las islas baleares y en la península, extendiendo la devoción mariana por dichos lugares.

No todo el mundo comprendía lo que me movía, necesitaba explicarlo, por ello me decidí a viajar a Roma, corría el año 1866 y de nuevo volví en 1870, para presentar mi experiencia y mis preocupaciones sobre el tema del exorcistado al Papa y a los Padres del Concilio Vaticano I.

En esos “ires y venires” entregando mi vida a retacitos por mi amada La Iglesia, me sorprendió la enfermedad y la muerte. De la manera más bella que podía ser, mi amada me cogió de la mano por sorpresa, en plena respuesta a sus necesidades, me sorprendió pronunciando un sí quiero con mi vida, y así se dio nuestro enlace definitivo.

Me despedí de este mundo en Tarragona, rodeado de mis hermanos y hermanas, era un miércoles de Ceniza, iniciaba la cuaresma aquel 20 de marzo de 1872, pero yo inicié mi Pascua, mi paso a la luz, a la vida.

Así, sintiéndome carmelita, hijo de Teresa, hijo de la Iglesia fui caminando poquito a poco hacia los brazos de mi amada. Mi último suspiro cantaba tácitamente: Vivo y viviré por la Iglesia, muero y moriré por ella” (Fco. Palau. Corazón de Profeta)

 

Compartimos esta producción desde el Montsant, espacio original donde el P.Palau se retiraba largos periodos antes de emprender la misión.