Se decía que el virus no discrimina entre ricos y pobres. Pero lo cierto es que no ataca a todos por igual, ciertamente los más vulnerados son los más sufren con la pandemia y con las medidas sanitarias, que muchas veces conllevan el quedarse sin sustento familiar.

Las consecuencias de la pandemia suelen estar asociadas a un aumento de la prevalencia de problemas de salud mental en población, representando un impacto comparable a los desastres socionaturales. Por otro lado, las medidas de distanciamiento físico, las restricciones a la movilidad, la cuarentena, el cierre temporal de instituciones educativas y las modalidades de teletrabajo constituyen un escenario que demanda un importante esfuerzo de adaptación, produciendo un desgaste a nivel personal, familiar y comunitario. Este escenario puede estar asociado a una sensación de aislamiento e incertidumbre, además de producir estrés, ansiedad, tristeza, irritabilidad, insomnio, sentimientos de impotencia y constante estado de alerta en algunas personas.

Porque creemos en el Dios de Jesús y motivados por el lema “Hagamos siempre el bien a todos”, durante todo el mes de agosto y lo que va de setiembre el grupo de Misioneros Adultos del Colegio El Carmen de San Rafael (Mendoza-Argentina) continúo visitando a las familias de los barrios de Villa Laredo y Tulio Angrimán con el fin de prestar ayuda ante la depresión económica, social y sanitaria que genera la pandemia.

El aislamiento físico no es un obstáculo para colaborar con las necesidades básicas de nuestros hermanos más vulnerables, pero nuestro apoyo no es solo material sino también en el acompañamiento y apoyo a la soledad y stress post-traumático que genera la pandemia, aunque nosotros nuestro apoyo nace y se evidencia en la consciencia de que ellos son también nuestro cuerpo, parte nuestra, y no unos “otros”. Toda la Comunidad Educativa sigue apoyando con diferentes donaciones. Agradecemos la generosidad y la solidaridad de todos.