La comunidad Tupasy Renda de Paso Yobai, con la cuarentena, permanece distanciada, mucho más de los metros requeridos. Una de las hermanas, por situaciones de familia retornó a la Argentina y aún permanece en dicho país, esto presentó su desafío y un llamado a ser creativas al momento de seguir alimentando aquel vinculo que se había iniciado.
Este tiempo es una oportunidad para abrazar la opción realizada y cultivar juntas la comunicación no solo compartiendo lo que vamos realizando, sino que es primordial transmitir lo que vamos experimentando, “Esta comunicación donde se practica espontáneamente y de común acuerdo, nutre la fe y la esperanza, así como la estima y confianza recíproca, favorece la reconciliación y alimenta la solidaridad fraterna en la oración”. LVFC II,16
Es un regalarnos ese tiempo para expresar cómo estamos, cómo vivimos este trayecto, lo que descubrimos al ponernos frente de la Palabra, lo que se remueve dentro de cada una al ver la mirada de un niño, o escuchar a quien necesita ser acogido, repasar y compartir lo que llega de nuestra familia religiosa, o tal vez, lo que surge por fuera de lo agendado. Es una experiencia valiosa, donde experimentamos el sentirnos animadas y sostenidas desde la confianza.
En diferentes momentos, hemos podido tomar el teléfono habilitando una llamada, mensaje o audio, para expresarnos con libertad, sabiendo que quienes se contactaban lo hacen desde la disponibilidad y respeto.
Muchas veces nos sorprendimos ante la sintonía que se manifestaba, un regalo a atesorar, porque gracias a ese regalo hacíamos experiencia de un Dios que entrelazas las vidas y sostiene lo que Él, con amor auténtico, ha abrazado. En otras ocasiones el silencio se hacía presente, pero esto no ha significado diluir la comunión, porque ante la ausencia de palabras, las sensaciones nos habrían al encuentro y cuando comenzábamos a expresar eso que se jugaba en el interior, resultaba ser una vivencia común que dio apertura al diálogo sincero y profundo.
En cuanto a las actividades, estas son variadas, apasionantes y desafiantes. Los compromisos asumidos son siempre contemplando a la persona a la cual es necesario acompañar, apreciar y valorar enviadas por la Palabra tratamos de practicar esa custodia, ya sea del niño, joven, anciano, familias, hermanas, amigos, sociedad, en fin… todos ellos, rostros visibles de Dios en medio nuestro.
Dichas actividades no es algo que la comunidad asume como una labor exclusiva porque es una tarea en equipo e interrelación. Ejemplo de lo dicho es lo que se llevó a cabo junto al equipo de Plan Nacional, se armaron bolsones alimenticios que fueron destinados a familias, en la preparación también estuvieron involucrados laicos del amplio campo pastoral.
Otra de las labores es visitar familias que están sumergidas en diversos dolores físicos, psíquicos, espirituales. Muchas veces el dolor es tan intenso y prolongado, que hacen brotar lágrimas y escuchar diversos cuestionamientos, pero con certeza, se acoge esa vida para que pueda con la ayuda de diversos medios, realizar un proceso de liberación y sanación.
Las comunidades indígenas, en la medida que se puede, se las visita y junto a ellos se continúan con los proyectos y atención a los integrantes más necesitados, en cuanto a la sede escolar de Isla Hú, quincenalmente, se llega al lugar con el fin de seguir acompañando a los alumnos, escuchar sus planteos, alentarlos en sus aprendizajes y enriquecernos con la sabiduría que cada uno de ellos nos transmite, esto nos permite recordar las palabras de Santo Domingo “los pueblos indígenas cultivan valores humanos de gran significación” .
Cuando es necesario, miembros de las comunidades nativas permanecen en casa, ya que tienen que realizar algún seguimiento médico o concretar algún otro trámite. De esta manera experimentamos que la dimensión comunitaria va mucho más allá de esas paredes que delimitan la vivienda, se trata de aquello que decía nuestro fundador “Ocuparte en bien de los otros por Dios es cuidar de Dios, y cuidar de Dios en su cuerpo moral, es ser en verdad de Dios”. La dimensión comunitaria es vivencia eclesial todos somos miembros de un amplio cuerpo dinámico, variado en rostros y situaciones.
En cuanto a lo digital, otra posibilidad para vivenciar lo que el Papa invitó en la jornada de comunicadores “estamos llamados a vivir en comunión dentro de una red de relaciones en continua expansión”. Este campo nos habilitó a pisar un nuevo escenario y desde el mismo mantener compromisos animando jornadas, encuentros y retiros con los jóvenes, no solo en vínculo con los de países de procedencia, sino que esto está siendo una posibilidad para conocer a jóvenes a lo largo de todo América. Desde la plataforma virtual también se acompaña el desempeño académico de las residentes de casa, actualmente son tres y cuando las dudas surgen, se organiza la agenda para realizar tutoriales con el fin de facilitar herramientas que les permita, a estas jóvenes, desplegar sus saberes. Y no es solo el ámbito de intercambio con jóvenes, las hermanas miembros del equipo de catequesis de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, han movilizado a los niños a través del whatsapp y esta tarea pastoral, como se expresó anteriormente, es un compromiso en equipo, son muchos los laicos involucrados en esta labor, todos ellos miembros de la comunidad parroquial, también están incursionando en la web con el fin de llevar a la Buena Nueva.
Y es así como este tiempo nos sorprende y nos invita a confiar en el proyecto de Dios, a acoger la vida, así como viene, apreciando en ella la mejor obra que el creador nos puede regalar. Es una aventura de encuentro, escucha, paciencia, conocimiento y apertura no solo entre nosotras sino ante quien nos ha llamado para seguir cultivando esta opción fraterna y disponernos a seguir creciendo para fortalecernos aún más. Es paradójico decir que estamos viviendo separadas, pero nos experimentamos unidas, es ahí cuando hacemos experiencia de ese Dios comunidad que nos sostiene y anima, es ahí donde abrimos el corazón y disponemos la vida, es ahí cuando el soñar nos vuelve, una vez más, a poner en camino…
Hnas. Rosalía García, Ma. Cristina Ruiz y Paola Zapata, CMT