Un poquito de historia…el grupo JUCAR nace en el mes de junio de 1995 en Cochabamba como un proyecto juvenil de 3 años de duración, el fin era preparar líderes cristianos desde el Carisma Carmelita brindando formación a jóvenes de 15 años en adelante. Dicho proyecto fue una adaptación del conocido REMAR en Argentina.

Las hermanas Nieves y Mery Beltrán junto con la hna. Lourdes Alfaro fueron las que iniciaron este camino en Cochabamba. Luego, al ser las hermanas Nieves y Mery, destinadas a Santa Cruz y viendo lo positivo del proyecto en Cochabamba, se animaron a iniciarlo en Santa Cruz, de esta manera en agosto de 1996 empieza JUCAR en dicha población.

La formación cristiana carmelita palautiana que brindaron era rica en material, sobretodo brindaban herramientas variadas en cuanto al liderazgo, animando la vida del joven a partir del legado de personalidades carismáticas y mucho más. El primer año de formación se le llama escalada celeste, el segundo escalada blanca y la última escalada café cada etapa tiene su itinerario y exigencias a seguir. La simbología que se utiliza es la de la montaña, con sus alpinistas y tiendas (carpas) por equipo.

Cuando un pequeño grupo inicia en JUCAR, ellos a la tienda que comenzarán a compartir le designan un nombre. Cada año, mientras algunos integrantes avanzan en el trayecto por la montaña, se suman nuevos miembros habilitando así otras tiendas con identidad propia.

Durante mucho tiempo, las hermanas, acompañaron presencialmente hasta que tuvieron que cerrar las casas que tenían en Bolivia por falta de vocaciones, pero ese esparcir la semilla, estaba dando muchos frutos y la cosecha ha sido abundante. Ellas sembraron dejando buenos líderes y todo lo vivido ha permitido, a esos líderes, continuar hasta el día de hoy con la misión.

En la actualidad seguimos escalando, el tiempo de la virtualidad no ha sido un limitante. Al iniciar la cuarentena se localizaron varias familias que necesitaban ser acompañadas, fue así como surgió la campaña del pan y las visitas autorizadas se pudieron concretar.

Los fines de semanas, el encuentro digital, mantenía activos a los aventureros de la montaña y el reencuentro después del largo período de confinamiento se dio el 16 de julio. El grupo, en torno a María, se reunió celebrando a lo grande aquel momento y así continuaron unidos a la amplia familia dispersa por toda América.

Pero no todo concluyó en ese momento, el fin de semana pasado, algunos integrantes se reunieron para ir al encuentro de aquellos que hacia un buen tiempo estaban en modo silencio.

La montaña tiene varios retos, toda travesía tiene diversos momentos y, en ocasiones, algunos alpinistas necesitan aguardar en algún refugio hasta que otro llegue para dar una mano.

Estos jóvenes caminaron casi hasta el fin del barrio y dieron con quien buscaban, se trataba de Alver, un amigo entrañable al cual nuevamente le propusieron volver y lo hicieron de manera creativa, motivadora, proporcionando un grato momento de dialogo haciendo experiencia de aquello que en algún momento expresó Francisco Palau: “Los que viven unidos en Dios, habitan en una misma estancia y se oyen y se hablan”.