Irenavi Díaz, mexicana, de la localidad de Tizimín (Yucatán-México), es una joven docente católica de ascendencia maya, pueblo originario mesoamericano y una de las grandes civilizaciones prehispánicas.
Cursó estudios de Licenciatura en Educación en la Universidad Autónoma de Yucatán UADY (Yucatán-México) entre 2001-2005, para luego especializarse a través de una Maestría en Educación en la Universidad Interamericana para el Desarrollo UNID (México-México).
De profunda espiritualidad teresiana comienza la profundización de esta como laica desde el año 2006, vinculándose a la congregación de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.
Entre los años 2011 y 2013 perteneció al Equipo de Pastoral y Liturgia de la Parroquia de los Santos Reyes de Tizimín (Yucatán-México).
Su desarrollo profesional ha estado de la mano de su espiritualidad, desempeñándose por 9 años en el Colegio Teresa de Ávila de Tizimín, perteneciente a la Provincia Santa María de Guadalupe de México (Compañía de Santa Teresa), donde cumplió los roles de docente, coordinadora de secundaria y coordinadora general.
Actualmente, lleva cuatro años sirviendo en la Secretaría de Educación Pública en nivel básico y en escuelas rurales multigrado del Estado de Yucatán. Pastoralmente participa en en las comunidades del Movimiento Teresiano de Apostolado (MTA), asociación internacional privada de fieles laicos con personalidad jurídica fundada por Enrique de Ossó y Cervelló, sacerdote, catequista y maestro de oración. También sirve en el coro parroquial de Los Santos Reyes.
En Irenavi destaca una sensibilidad especial por su identidad, su cultura, su pueblo y sus costumbres; y un fe viva y colorida por la Dios con una mirada teresiana.
CULTURA Y FE: UNA VOZ DESDE LOS MAYAS DE YUCATAN
La civilización maya siempre ha tenido una tendencia supersticiosa, creían en muchas deidades, asignaban un Dios para cada acontecimiento, practicaban varios rituales con la finalidad de venerar a los Dioses y favorecerse de sus bendiciones. Los mayas creían fervientemente en sus rituales, si no los llevaban a cabo en el lugar, forma y en el momento correcto, algo muy malo sucedería. Entre los rituales más destacados se encuentran: los de sangre, los de obras arquitectónicas, los funerarios, los de danzas, los de matrimonio, los de confesión y el hetzmek.
Para los rituales de sangre realizaban el sacrificio de animales ya que la sangre era el alimento de los Dioses, los campesinos mayas creían que al regar sus tierras, con sangre, éstas serían fertilizadas.
Los mayas realizaban el ritual de confesión y el hetzmek para reafirmar su fe. Al igual que la religión católica, ellos practicaban el ritual de la confesión, podían confesarse solo hablando con los Dioses o en presencia de un sacerdote siempre y cuando, estuvieran arrepentidos de sus pecados.
Un ritual que se ha mantenido hasta nuestros días, en algunas comunidades, es el hetzmeck (bautismo). El nombre se debe a la manera en que se cargan a los niños. La palabra deriva del maya, hetz o jéets que quiere decir “aligerar”, “aliviar la carga”, y mek o méek se traduce como “abrazar”. El ceremonial de origen prehispánico, tiene la misma finalidad que el bautismo de la religión católica, preparar a los niños a fin de que sean buenos hombres y mujeres en la vida. El Hetzmek simboliza la consagración a los dioses con la invocación de un nuevo abecedario de palabras selectas: las más sublimes y las más puras, que son las que se ofrendan a Hunab Ku e Itzamná y, mediante este ritual, los dioses otorgan nueve dones al bebé. El Hetzmek se realiza en luna llena, representa el ciclo de la vida y al renacimiento que, a lo largo de la vida del infante, le permitirá adquirir habilidades intelectuales y físicas para que pueda integrarse a la comunidad.
A pesar de que el propósito del hetzmkek, es el mismo para ambos sexos, en el caso de los varones se realiza a los 4 meses de edad porque el número representa las esquinas de la milpa, las estaciones del año y los puntos cardinales. Para las niñas, se lleva a cabo, a partir de los 3 meses, dicha numeración representa las 3 piedras del soporte del comal y las 3 patas del banquito donde las mujeres se sientan a “tortear” (preparar las tortillas a mano).
El Hetzmek es un ritual en el que el sacerdote maya da comienzo a la ceremonia esparciendo incienso y orando en lengua maya, los padrinos cargan a los niños sobre el costado izquierdo de la cadera, con las piernas abiertas, realizan nueve vueltas alrededor de un altar, que representan los cuatro puntos cardinales, cada uno simbolizado por un color, el árbol de la ceiba dividiéndolo entre el inframundo de Xibalba (la raíz), y la punta del árbol como signo de camino hacia el creador. El padrino le da cinco vueltas alrededor de la mesa en sentido derecho y la madrina cuatro, pero en sentido contrario; simultáneamente, el sacerdote reza y le entrega diversos objetos al niño, los cuales son representativos al futuro que sus padres le avizoran. El sacerdote entrega, por ejemplo, un cuaderno y un lápiz para que puedan aprender a leer y escribir con facilidad. Si es varón, se le da a tocar un machete, que simboliza que deberá aprender a trabajar el campo o una escopeta para que sea un buen cazador. En el caso de las niñas, se le entrega entre otros objetos, agujas e hileras, o se le acerca a la batea y al fogón, a fin de que puedan aprender las labores del hogar como cocinar, coser y lavar.
Los mayas hemos sobrevivido, conservamos nuestras raíces aunque nos hemos visto bombardeados por las diversas transformaciones globales, nuestra cultura sigue siendo parte fundamental de la vida social y política de nuestras comunidades y también sigue cambiando, redefiniéndose para adaptarse a las nuevas realidades, por ejemplo hoy en día, en las celebraciones de hetzmek los padres han permitido que los padrinos incorporen objetos como las computadoras con la creencia de que los bebés, desarrollarán habilidades digitales, lo que les permitirá estar inmersos en la competencia tecnológica.
La cosmovisión o visión del mundo de las culturas indígenas tiene que ver con la manera en que se explican los fenómenos naturales, se relacionan con la naturaleza, organizan su vida social y religiosa, se comportan en el mundo y se relacionan con los dioses y otros seres.
Las religiones que practican los pueblos indígenas son inseparables de sus cosmovisiones. De hecho, se puede decir que aquéllas son la aplicación práctica de las ideas y concepciones contenidas en éstas.
En el culto que rinden a sus dioses buscan mantener una relación equilibrada que permita que las plantas crezcan, los animales sobrevivan, la comunidad prospere, los dioses estén contentos y no existan desastres en ninguno de estos ámbitos. Como todos los aspectos de la vida y la cultura indígenas, la religión es producto de la larga y compleja historia.
La visión global “Dios-hombre-mundo”. En el primer texto citado, de 19 de enero de 2008, Monseñor Bergoglio afirma que la evangelización de los pueblos indígenas debe ser inculturada, es decir, respetando “sus expresiones culturales, aprendiendo su visión del mundo, la de la globalidad que Dios-hombre-mundo hace un todo que impregna las relaciones humanas, espirituales y trascendentes”. Esto incluye ritmos, vestimenta, música, comida, pero también -por ejemplo- sus ritos de sanación, y “las contribuciones del medio rural y la influencia de los estratos sociales urbanos marginados que se reúnen para preservar sus valores”. La cosmovisión de los pueblos indígenas habla de un “mundo Dios-hombre” global que hemos perdido.
La integración de los pueblos indígenas sigue siendo un desafío para entender el mundo y la pregunta de Monseñor Bergolio desde el 16 de octubre de 2010 sigue siendo ¿cómo pueden los pueblos indígenas con su riqueza entrar en la construcción de una identidad compartida?
El proceso de inculturación puede definirse como el esfuerzo de la Iglesia por hacer penetrar el mensaje de Cristo en un determinado medio socio-cultural, llamándolo a crecer según todos sus valores propios, en cuanto son conciliables con el Evangelio. La inculturación incluye la idea de crecimiento, de enriquecimiento mutuo de las personas y de los grupos, del hecho del encuentro del evangelio con un medio social.
La inculturación del evangelio en las sociedades modernas exigirá un esfuerzo metódico de búsqueda y de acción concertadas. Este esfuerzo supondrá en los responsables de la evangelización: 1) una actitud de acogida y de discernimiento crítico; 2) la capacidad de percibir las expectaciones espirituales y las aspiraciones humanas de las nuevas culturas; 3) la aptitud para el análisis cultural en orden a un encuentro efectivo con el mundo moderno. Comisión Teológica Internacional (1987).
Tenemos que desarrollar una capacidad de analizar las culturas, de percibir sus incidencias morales y espirituales. Se impone una movilización de toda la Iglesia, para afrontar con éxito la tarea sumamente compleja de la inculturación del evangelio en el mundo moderno. En esta materia, debemos abrazar la afirmación de Juan Pablo II «En este final del siglo XX, la Iglesia debe hacerse toda a todos, encontrándose con simpatía con las culturas de hoy. Hay todavía ambientes y mentalidades, así como países y regiones enteras que deben ser evangelizados, lo que supone un largo y valiente proceso de inculturación para que el evangelio penetre el alma de las culturas, respondiendo así a sus expectaciones más altas y haciéndolas crecer a la misma medida de la fe, de la esperanza y de la caridad cristiana… A veces, las culturas no han sido todavía tocadas más que superficialmente y, en todo caso, porque se transforman sin cesar, exigen un acercamiento renovado…
Cada generación estamos llamada a reiniciar la humanidad, no desde cero –por tanto, sirviéndose también del legado de las anteriores–, pero sí a reinventarnos, con el reto y tarea de redescubrir qué significa ser plenamente humano en cada circunstancia.
Por tanto, considero que la invitación es desarrollar una capacidad de analizar las culturas, de percibir sus incidencias morales y espirituales empezando por la nuestra, buscando mantener una actitud positiva, abierta, pero sobre todo de acogida ante la transformación actual de las estructuras sociales y de las formas de vida.
Considero que Juan Pablo II ha trazado un programa para la nueva evangelización que sintetiza plenamente fe y cultura y se resume con estas palabras: Se necesitan heraldos del Evangelio expertos en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos y esperanzas, de sus angustias y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos, enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos. Los grandes evangelizadores de Europa han sido los santos. Debemos suplicar al Señor que aumente el espíritu de santidad en la Iglesia y nos mande nuevos santos para evangelizar el mundo de hoy. Barrio (2016).
Referencias
Barrio, J. (2016). La inculturación de la fe, desafío para una educación cristiana de caldad. España. EDETANIA.
Navarrete, F. (2008). Los Pueblos Indígenas de México: Pueblos Indígenas del México Contemporáneo. Las realidades culturales indígenas. México
Bergoglio, J. (2016). Fe en Cristo y humanismo. Recuperado de: https://proyectoscio.ucv.es
Comisión Teológica Internacional (1987). La fe y la culturación. Recuperado de: http://www.vatican.va
Hernández, S. (s/a). El hetzmek. Recuperado de: https://cronista-escritor.net
Spadaro, A. (2019). La riqueza de los pueblos indígenas en el pensamiento del Arzobispo Bergolio. Recuperado de: https://www.vaticannews.va/es/papa