Es sabido que en décadas anteriores las calles de barrio pertenecían desde las dos de la tarde en adelante a los niños. Terminada la media jornada de escuela, las plaza de juegos y las canchas de fútbol hechas cortando los pasajes eran el segundo patio de recreo de muchos escolares que no vivían encerrados en cuatro paredes, ya sea frente a un computador o una pantalla de televisión como se acostumbra hoy en día.
Los tiempos han cambiado y la jornada completa sumada a los presuntos peligros que significa estar en la calle actualmente han hecho estragos con la infancia de muchos pequeños, que en vez de sociabilizar con sus vecinos y compañeros de colegio, acabadas las clases llegan a sus casas y no vuelven a salir hasta la mañana siguiente de vuelta a su establecimiento educacional.
Entre los factores que han propiciado este fenómeno se encuentran las aprensiones de padres contemporáneos que han adquirido un miedo por que sus hijos estén fuera de casa y sin supervisión. Además, esta el factor tecnológico que ha derivado en que los más pequeños de la casa comiencen a consumir artículos desde este tipo casi al mismo nivel que los demás miembros de la familia. Celulares, computadores, videojuegos, televisores, juguetes electrónicos y un sin fin de productos que se crean día a día para satisfacer el nuevo placer de los más chicos.
Todo lo anterior subyace en un detalle mucho más delicado: la incapacidad de sociabilizar que sufren nuestros hijos. Mónica Peña coordinadora del Programa de Protagonismo Infanto-Juvenil de la Facultad de Sicología de la UDP, explica que “hay una tendencia en controlar cada vez más a los niños. A la sociedad le complica el hecho de tener a infantes sueltos en las calles”.
La especialista comenta que en el caso de las clases media y alta, los traslados desde la escuela al hogar son muy extensos, y a diferencia de lo que se pueda pensar -que los estudiantes juegan durante el trayecto abordo del transporte escolar-, este tiempo lo utilizan para dormir y descansar, dejando la sociabilización en segundo plano.
En el caso del estrato social bajo, los pequeños no pueden salir porque se cree que es inseguro o les puede pasar algo, porque la violencia está a la vuelta de la esquina y las drogas están a la orden del día.
De otro modo y contrario a la que se podría pensar, tampoco es culpa de los videojuegos o la internet, ambos constituyen una salida y una alternativa que en por el momento parece ser la menos peligrosa.
(biobiochile.cl)