Durante las guerras independentistas chilenas los nacionalistas toman a la Virgen del Carmen como patrona de su ejercito. El 5 de diciembre de 1811, los Generales José Miguel Carrera y Bernardo o’Higgins se dirigen al Vicario de Santiago de Chile para pedirle “una Misa Solemne de Acción de Gracias” por el triunfo de las luchas independentistas. El 5 de enero de 1817 el General José de San Martín coloca su bastón de mando en la mano derecha de la imagen jurándola solemnemente como Patrona del Ejército de los Andes y en la Víspera de la batalla de Chabuco el ejército con O’Higgins a la cabeza proclama a la Virgen del Carmen Patrona y Generala de las Armas Chilenas. En 1818, ante el avance de las fuerzas españolas, el pueblo y sus líderes inundan la catedral para depositar su oración y su confianza a los pies de la Virgen Carmelitana, prometiéndole levantar un templo en su honor allí donde fuera firmada la libertad de Chile: “En el mismo sitio donde se dé la batalla y se obtenga la victoria, se levantará un Santuario a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de los Ejércitos de Chile, y los cimientos serán colocados por los mismos magistrados que formulen este voto, en el mismo lugar de su misericordia, que será el de su gloria”.
Por eso, el 5 de abril, en medio del fragor de la batalla de Maipú el General San Martín anima a su ejército gritando: “Nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Carmen nos dará la victoria y aquí mismo le levantaremos la iglesia prometida para conmemorar ese triunfo”.
Antes de finalizar el año se colocó la primera piedra del santuario, que se terminó en el 1892. El templo actual fue inaugurado en octubre de 1974.
En 1923 la Santa Sede, a petición del Episcopado Chileno nombró a la Virgen del Carmen como Patrona Principal de todo el pueblo de Chile, ya que antes lo era sólo del ejército y la armada chilena.
Dos son las imágenes del Carmen que los chilenos veneran con especial cariño: la del Santuario Nacional de Maipú, tallada en Quito en 1785 y la de la Catedral metropolitana, de factura francesa del siglo XIX, coronada solemnemente en 1926.
A pesar de que la Virgen fue acogida en tiempos de guerra no podemos jamás pensar que ella bendiga la violencia como medio de resolver conflictos. Mas bien podemos pensar que La Virgen actuó para apaciguar los odios y minimizar el horror de guerra. La Virgen del Carmen es madre tanto de españoles como de chilenos y como toda madre quiere la reconciliación y la paz entre sus hijos. Su verdadero y único deseo es que hagamos lo que nos pide el su Hijo, quien es la única libertad verdadera.