Algunos datos de la Biografía 

 Hna. Teresa Mira García

     Un 26 de Septiembre de 1895 en la calle Santa Lucía, nº 1 de Algueña (Alicante) nació Teresa Mira García.

     En tiempos de Teresa, Algueña era un caserío de unos 350 edificios. Los patronos del pueblo son los santos de la piedra, Abdón y Senén.

     Sus padres fueron José Queremón Mira Torregrosa y Teresa García Abad. Teresa fue la segunda de nueves hijos llamados: Pepe, Teresa, Magdalena, Francisco, Antonio, Luís, Rosendo, Carmen y Ramón.

      Teresa era sumamente sencilla, obsequiosa con todos, sumisa y obediente. Se sacrificaba por sus hermanos ayudándolos en todo y disculpándolos ante sus padres. Era una joven de su casa, recogida, de costumbres serias que no le gustaba el excesivo bullicio.

     Teresa vivía en un hogar humilde, el padre no traía lo suficiente para alimentar y vestir a la familia. Muy pronto tuvo que sentir la responsabilidad de cuidar a sus hermanos más pequeños y de consolar a su madre.

     Teresa extremó atenciones y delicadezas con su hermano Rosendo que era deficiente.

     La situación económica de la familia se hizo intolerable. Pepe y Teresa, todavía muy niños, propusieron a sus padres buscarse alguna colocación. Pepe pudo encontrar trabajo y María Cerdá, la señora Marieta, se llevó consigo a Teresa para que cuidase de sus niños (Jenaro, Federico y María).

   La estancia en casa de la señora Marieta puedo ser la semilla de su vocación religiosa. Aquí conoció las primeras religiosas. Ella se sentía feliz. Los domingos se dirigía al Cerro de la Cruz para rezar allí y besar la cabellera del Señor, una roca ondulada y baja, que semeja una cabellera extendida.

   Debido a las estrecheces económicas, los padres de Teresa decidieron trasladarse a Horna Baja en busca de algo de fortuna. En casa de Teresa seguía habiendo necesidad de un jornal más.

 Un día llegó al caserío una señora de Alcaná que necesitaba una persona para cuidar a los niños y realizar la limpieza de la casa. Teresa comía poco. Había días que pasaba con un huevo.

    Entre los muchachos de Alcaná no pasaba desapercibida y un mozo llamado Vicente Martínez Aldeguer le declaró su afecto sincero. Con serenidad y buenas palabras le dicho al chico que ella se sentía muy joven para relaciones y que tampoco veía claro su camino hacia el matrimonio, sino más bien sentía impulsos serios hacia la vida religiosa. Cuando Teresa cumplió los 16 años, su familia decidió trasladarse a Novelda.

   Teresa entró a servir en casa de dos señoras ancianas y hermanas que vivían en el centro de la ciudad. Una era viuda; la otra, soltera. Se llamaban Dña. Pascuala Alted y Dña. Leonor Alted, madrileñas de noble linaje. Las señoras eran muy religiosas. El trabajo normal de la casa no era agobiante: debía encargarse de la limpieza, de las compras y de la cocina.

    El ambiente religioso de esta casa fue muy propicio para su formación religiosa y el llamamiento de Dios. Dña. Pascuala había sido la fundadora de la Cofradía del Niño Jesús de Praga en Novelda, Teresa se encargaba todos los meses de repartir los recibos de los socios. De religiosa querrá llamarse Teresa del Niño Jesús de Praga. Teresa se dirigía con asiduidad al Niño Jesús y solía decirle: “Mira Tú te cansarás de oírme, pero yo no me cansaré de hacerte novenas para que me arregles los asuntos y me allanes las dificultades con el objeto de que pueda entrar pronto en el Carmelo”.

    El 12 de octubre de 1915 tomó el hábito de carmelita con el nombre de Hermana Teresa del Niño Jesús de Praga. En el noviciado se le encargó la ropería.

    El 13 de octubre de 1916 realizó su profesión religiosa y la misma noche la pasó velando a una enferma de tifús llamada Rosa.

    La salud de esta carmelita misionera teresiana comenzó a debilitarse y contrajo una pulmonía doble y posteriormente una pleuritis. Era admirable la fortaleza de esta religiosa que no daba muestras de su sufrimiento.

     En septiembre de 1918 llegó a Alcalá de Chisvert (Castellón de la Plana ) al Colegio de las Hermanas Carmelitas. Allí solía decir “Yo francamente me sentía feliz entre aquellos parvulitos”

      En Alcalá de Chisvert había tejido su lema: “Padecer, cuanto más, mejor”. Ni un minuto más ni un minuto menos, cuanto quiera la voluntad de Dios”.

    Después de 6 años en Alcalá de Chisvert la trasladaron a San Jorge. Los doce años de San Jorge se pueden calificar en líneas generales como años de purificación o de prueba.

    Llegó la guerra y la Hna. Teresa Mira y su hermana Magdalena se refugiaron en la casa de Dña. Lola Mazeres Alted que había venido definitivamente de Madrid a Novelda.

     Teresa no podía a andar desapercibida por las calles de Novelda. La gente se paraba con disimulo y le pedía un consejo u oraciones.

     Junto a la casa de Dña. Lola vivía Dña. Ana Moya, viuda , con sus hijas Fuensanta, la mayor y casada, y Ela. La niña Ela fue la gran compañera de Teresa . Esta la acompañaba a todas partes y hoy es religiosa Adoratriz

    Acabó la guerra y en los primeros días de paz sucedido una anécdota sencilla y conmovedora. Un niño había cogido un gran cucurucho de lentejas y caminaba muy alegra hacia su casa donde le esperaba su madre enferma. Al cruzar el niño la calle, resbaló y se cayó de bruces con su cucurucho. Las lentejas quedaron desparramadas por el suelo. En ese preciso momento pasaba por ahí  la Hna. Teresa que se acercó al niño y le dijo “vamos a recogerlas entre los dos”. Todo se resolvió en un instante. El cucurucho quedó de nuevo lleno.

    De nuevo la enfermedad acecha a la Hna. Teresa, en esta ocasión, una tuberculosis que le llevara a la muerte. Falleció el 26 de Febrero de 1941 en Novelda. El Papa Juan Pablo II le declaró Venerable el día 13 de Diciembre de 1996.