En el segundo aniversario del fallecimiento de Pedro Casaldáliga 

Nuestro homenaje al poeta de la resurrección, al pastor que junto a otros en América Latina impulsaron un nuevo estilo de Iglesia, de comunión y justicia, una Iglesia pobre, de los pobres y servidora.

Lo llamamos el “Obispo de los pobres” y, como a él, a otros. Pero Pedro lo siente como si le fuera algo natural: “Señor, no sé si he sabido hallarte en todos, pero siempre te he amado en los más pobres”. Y la confesión se convierte en realidad como acaso nadie puede imaginar: “Cuando me muera, advierte firme al “Movimiento de Trabajadores sin Tierra”: me enterráis junto al rio Araguaia, en la tierra, donde yo he enterrado a tantos indígenas, a tantos peones perseguidos o huidos de Haciendas y a tantos niños sin caja. “Oídlo bien: como un pobre más, siete palmos de tierra, una crucecita de palo y… la resurrección” (Benjamín Forcano: En memoria)

Pedro Casaldáliga perteneció a aquella fecunda generación de obispos latinoamericanos que cambiaron la faz del cristianismo de este continente: antepusieron la ortopraxis a la ortodoxia, la fidelidad al pueblo a la obediencia a la jerarquía, la solidaridad con las mayorías populares empobrecidas a las alianzas con los poderosos e hicieron suyo el principio-liberación frente al principio-resignación, que durante siglos caracterizó al cristianismo. (Juan José Tamayo Pedro Casaldáliga en la senda de los Padres de la Iglesia de América Latina)

 

Les compartimos el documento que el Centro Nueva Tierrra editó compilando todos sus poemas.