En el Evangelio de hoy (Lucas 24,13-35) los discípulos de Emaús, que regresaban a su pueblo cabizbajos, tristes y confundidos por la muerte de Jesús , después de encontrarse con Él se preguntan ¿No ardía nuestro corazón mientras veníamos de camino?.

¿Es este Pedro de la primera lectura (Hechos 2,14.22-33) el mismo que negó a Cristo en la hora del miedo y el dolor?

Fuego en el corazón, fuego en las palabras, movimiento y valentía, compromiso con el Reino y deseo de compartir la Buena Nueva es lo que produce el encuentro con Cristo Resucitado.

Pedro, que escapó, que se mantuvo escondido junto a los demás discípulos, que tenía miedo de la persecución, se pone hoy frente a todos “Judíos y vecinos todos de Jerusalén” y  les enrostra lo que hicieron “ A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante ustedes con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como ustedes mismos saben, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, ustedes lo mataron, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos”.

Los discípulos de Emaús, que le habían dicho a Jesús «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída» ya que andar por esos caminos de noche era siempre peligroso, al darse cuenta que Cristo se les había aparecido, se olvidaron de  todos los miedos y regresaron de prisa a Jerusalén para contar a los discípulos los que había pasado.

Sí, fuego en el corazón, fuego en las palabras, movimiento y valentía, compromiso con el Reino y deseo de compartir la Buena Nueva es lo que produce el encuentro con Cristo Resucitado.

En este tercer domingo de Pascua los invito, las invito, a preguntarnos si en este momento, en tantos sentidos difícil para la fe  y los creyentes, somos capaces de expresar nuestra fe en Cristo y nuestra adhesión  estilo de vida del  Evangelio  ante nuestros amigos, ante la sociedad, ante el mundo con la misma valentía y libertad que lo hizo Pedro.

Podríamos aprovechar también de  medir “el calor que se produce en nuestro  corazón” al escuchar  la Palabra de Dios, al escuchar el testimonio de personas que se han encontrado con el Señor, al contemplar a tantos creyentes que están dando su vida por Cristo y el Evangelio, al tomar la decisión de caminar en medio del peligro porque por dentro el amor a Cristo no empuja a llevar la Buena Nueva . ¿Está ardiendo nuestro corazón por Cristo? ¿Está ardiendo mi corazón porque Cristo vive hoy en medio de nosotros?