En Navidad nace una Palabra de Amor pronunciada por la Trinidad que, como en un susurro, nos dice Yo te amo, por eso vengo a ti, yo te amo, por eso me hago tu hermano, yo te amo, por eso vengo para caminar contigo, yo te amo desde el día que te pensamos en el corazón de la Trinidad.
En Navidad llega esta Palabra maravillosa para enseñarnos el camino de la felicidad, para decirnos cómo alcanzar la plenitud de nuestro ser, para contarnos que todo florece en nosotros cuando nos entregamos por el bien y la felicidad de los demás.
En Navidad la Palabra viene a mostrarnos que, aun en su forma más frágil, el amor es capaz de transformarlo todo, que un Niño lleno de amor, en una humilde cuna, puede recordarnos que somos hermanos y responsables los unos de los otros, que estamos llamados a la fraternidad, que hemos de ocuparnos de los demás para que todos gocemos de la paz, del bienestar, la alegría, y el amor para el cual fuimos creados; recordarnos que tenemos un Padre que nos ama, nos cuida y acompaña, que nos habla en Jesús y a través de Jesús.
En Navidad escuchamos…
Una Palabra de Ternura, de cariño delicado, que toca sin dañar; acoge sin preguntar; sostiene sin nunca soltar.
Una Palabra Paciente, que espera…espera… y sigue esperando… el tiempo de cada uno, el momento de cada uno, la respuesta de cada uno. Nunca fuerza ni empuja, sólo espera en silencio y amor.
Una Palabra de Vida, que crea y recrea, brindando fuerzas y energía, como el agua fresca que brota del manantial.
Una Palabra Liberadora, que es capaz de quitar las cadenas de la enfermedad, el pecado, la marginación, la injusticia y la muerte.
Una Palabra de Consuelo, que alivia en el dolor, sostiene en la lucha, y dice al que sufre “no temas, ya estoy aquí, sólo ven y te aliviaré, ven y descansa en mí, porque yo, tu Hermano y Señor, ya estoy aquí, sólo ven y descansa en mí”
Una Palabra Profética, que anuncia a la Humanidad la manera de vivir que puede llenar de sentido y contenido la propia existencia y la historia, una Palabra que corrige, cuestiona y denuncia, que grita fuerte frente a la hipocresía, la injusticia, la violencia, la muerte y el dolor.
Una Palabra de Esperanza que nos promete un cielo eterno, donde sólo reinarán el amor y la paz, la comunión y total fraternidad, donde no habrá dolor miedo ni oscuridad, donde no habrá muerte ni dolor, un cielo donde nuestro gozo será el amor, el amar y el contemplar el rostro del Dios del Amor.
Tengamos todos una Feliz Navidad, porque la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, como uno de nosotros. ¡Gloria al Señor!
Alegrémonos y gocémonos, porque nos ha nacido un Salvador, trayendo palabras de ternura y paciencia, palabras de vida y liberación; palabras de consuelo y profecía, palabras de esperanza para ti y para mí, para toda la Humanidad.