Todos los que alguna vez hemos amado a otros  de verdad, sabemos por experiencia que cuando amamos lo que le pasa al otro me afecta, me importa, toca mi vida; sabemos que el amar,

El amor,  mientras más genuino  más duele,  más nos saca de nosotros mismo, más se sacrifica,  más se entrega sin esperar nada a cambio… Y esto lo saben muy bien las madres, los padres, los educadores, los esposos, los que promueven  la paz, los que invierten tiempo y dones  por el  bien de los demás, los que buscan soluciones a los grandes desafíos de la humanidad, y tantos otros que ponen ilusión y energías en hacer que nuestro mundo sea mejor.

Ellos saben que el amor y el amar no es un camino fácil porque mientras lo recorren van surgiendo   desvelos,  esfuerzos, preocupaciones, cansancios, muchas veces  incomprensiones y piedras y espinas.

–El amor duele cada vez que la persona a quien amamos,  por cualquier motivo,  sufre. Una enfermedad, un fracaso,  una pérdida, un error que les toque vivir, también lo vivimos nosotros, también a nosotros nos duele,  precisamente porque los amamos…

-El amor verdadero nos saca de nosotros mismos, porque,  cuando amamos así, el centro de nuestras vidas lo ocupa el otro, la otra. Nos descentramos del  ”yo” y nos centramos en el TU y sus necesidades, en un Tu que nos pide más tiempo, más escucha, más perdón, más paciencia, más entrega de nosotros mismos… y se lo damos porque la amamos…

-El amor auténtico se sacrifica y es capaz de cosas heroicas por el bien del otro. La madre o el padre  que trabajan y que no obstante por las noches son capaces de velar el hijo enfermo para al día siguiente volver a trabajar, el que perdona a quien le ha hecho tanto daño, la persona que es  capaz de compartir  sus  bienes para que el otro también tenga, el que arriesga la vida para que el otro también viva, el que renuncia a los honores y halagos para que el otro brille,  y así tantas otras entregas generosas por el otro, porque lo amamos…

-El amor real se entrega gratuitamente. Quien ama de veras no pasa la cuenta, no busca ni espera reconocimiento, agradecimiento ni beneficio propio; sólo desea que el otro esté bien o mejor. El amor verdadero es gratis, lo entregamos al otro  porque sí, porque lo amamos…

Este Viernes y Sábado santos son días para mirar con el corazón agradecido el genuino amor del Señor por cada uno de nosotros y por la humanidad entera, la de hoy y la de todos los tiempos. Es día de conmovernos con ese infinito amor  que es capaz de entregarlo todo sin esperar ni pedir nada a cambio, días de alabarlo y bendecirlo porque desde la cruz  nos abre las puertas de la eternidad; días de alabarlo y bendecirlo porque el suyo,  es un amor fecundo y redentor; son días de estar con El acompañándolo…porque lo amamos…

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