“¡Cómo me gustaría que los próximos años estén inmersos en la misericordia, para ir al encuentro con cada persona portando la bondad y la ternura de Dios! (MV)
En este año jubilar de la Misericordia, el Papa Francisco expresa con profundidad su ardiente deseo de hacer sentir a cada persona la bondad y la ternura de Dios, es decir su gran misericordia hacia todos. Es a la vez un deseo y una gran llamada que dirige a toda la Iglesia. “Donde la Iglesia esté presente, dice el Papa, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia”. (MV)
La Carmelita Misionera Teresiana, Hermana Teresa Mira es de actualidad hoy por su lema de “hacer el bien a todos” que refleja sin ninguna duda su corazón misericordioso. Como hija del Padre Palau, profeta infatigable, Teresa Mira supo, de forma incansable, hacer sentir la misericordia del Padre a sus hermanos y hermanas, a través su vida de entrega y de servicio en el olvido de sí. Donde estaba Teresa, allí había alegría porque toda su vida era escuchar, aliviar y consolar a los que estaban afligidos, orar por y con los que estaban heridos interiormente y hacerles redescubrir el amor y la misericordia de Dios.
“Misericordiosos como el Padre” es el lema de este Año Jubilar de la Misericordia, en la cual celebramos también el jubileo de nuestra querida Hermana Teresa Mira, 75 de su entrada en cielo. Es a través de su vida, que Teresa Mira pone en práctica la misericordia del Evangelio de Dios hecho hombre y que tiene como sus privilegiados “no a justos, sino a pecadores” (Mat 9, 13) porque “su “misericordia es eterna” (Salmo 135).
Teresa ha estado siempre al lado de los más vulnerables: los niños, los enfermos, los ancianos, los angustiados… Así decía Teresa: “El Señor no nos ha dejado en este mundo para que estemos impasibles, si no para que hagamos el bien a todo el que lo necesite y mucho más a los que tienen que permanecer escondidos y no tienen lo necesario para vivir”.
La misericordia es la capacidad de sentir compasión por los demás y brindarles apoyo. Toda la vida de Teresa ha sido este movimiento interior de “sentir la compasión” hacia todos. Los testigos dicen que no rechazaba a nadie, era muy conocida en Novelda y donde pasaba mucha gente la detenía y ella escuchaba sus tristezas y alegrías, dejaba que le abracen, le besen, los quería y se dejaba querer.
Lo que hace auténtica la caridad de Teresa Mira es su capacidad de perdón. Es aquí donde se pone a prueba esa caridad, que es capaz de vencer el mal por el bien, la venganza por el perdón. A lo largo de su existencia, ella predicó el perdón a través del testimonio concreto de su vida. Al mal genio de doña Lola, Teresa disimulaba todo y no respondía a los insultos, se disculpaba y prometía cumplir mejor sus encargos. A una de sus superioras que no creía en su enfermedad y le parecía que es una maniática, Teresa no se enfadaba contra ella ni se quejaba pero sufría todo en silencio. En el tiempo de guerra, se levantaba muy pronto para hacer cola de recibir comida, pero ella procuraba dejar pasar a los demás y a veces compartía con los demás sin mirar a quien, gente de derechas e izquierdas, bien o mal educadas, creyentes o no, para ella todos eran iguales, a todos favorecía. Ella decía a su hermana Magdalena: “Ya que no podemos hacer otra cosa, demos ejemplo, que esto nadie nos lo puede privar.”
Actitudes semejantes no son siempre fáciles y espontáneas en nuestra naturaleza humana, a veces cuando hay incomprensión, reacción injusta o que no nos guste, nos justificamos con violencia o nos encerramos en nosotros mismos rompiendo la relación de amistad con Dios y el próximo, poniendo barrearas a la gracia del perdón. Estas son actitudes que contradicen el amor y la misericordia según el Evangelio.
Teresa Mira fue un ser humano como cualquiera de nosotros, pero ¿cuál ha sido su secreto? Es, ante todo, su intimidad profunda con Dios a través la oración y la escucha de la Palabra de Dios. Fiel discípula de Francisco Palau, hacía de su oración vida y de su vida oración y su comportamiento externo reflejaba este gran amor que vivía por dentro. La oración de Teresa “Jesús-ves, estoy aquí, en medio de sus actividades, la mantenía en presencia de Dios y en su trato de amistad con El. Así se reflejaban en ella las actitudes de Jesús, dulzura, paciencia, compasión que son signos concretos de amor y de su corazón lleno de misericordia. “La misericordia es fruto del amor, si no hay misericordia, no hay amor y si no hay amor ni misericordia, no hay santidad”, dice el Papa Francisco. La misericordia es una dimensión fundamental de la vida de Teresa porque es fruto del gran amor que testimonio a todos sin distinciones a través su lema “hacemos el bien a todos sin mirar a quien lo hacemos”.
“Para ser capaces de misericordia, entonces,debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios…”(MV)
A través la escucha de la Palabra de Dios, Teresa supo ser siempre atenta a la voluntad de Él. Su amor por Dios y por el próximo crecía en ella y se hacía concreto a través las obras de misericordia. Teresa comprendió que tenemos que consolar a los afligidos “con el mismo consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios” (cf 2 Corintios 1:4). En su simplicidad, Teresa supo acoger la misericordia de Dios y transmitirla a través su ser: “una sonrisa para todas las alegrías, un consuelo para todos los dolores, una excusa para todas las faltas, una palabra amable para todas las penas”.
Frente a la tentación de la indiferencia en nuestro mundo actual, el “hacer el bien a todos” de Teresa Mira es un mensaje siempre de actualidad porque el amor nunca expira y las obras de misericordia que nacen del amor siempre son apreciados para Dios y para el hombre que las gozan. “Para Dios todo es poco” nos dice Teresa. No nos cansemos, pues, de amar, de perdonar y de acoger la misericordia de Dios.
Como Teresa Mira, hagamos de nuestros corazones, de nuestras comunidades, de nuestras familias, de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad, “un oasis de misericordia”, donde Cada uno pueda redescubrir la alegría y la ternura de Dios”.
TESTIMONIO
¡Teresa sigue su obra de misericordia como intercesora!
En el mes de Septiembre 2015, cuando se abría en la Congregación, el año jubilar de 75 años de la muerte de Teresa Mira, me encomendé mucho a ella, como amiga y la encomendé a mi familia humana y espiritual y a todas las personas que se encomiendan en mi oración.
En el mismo mes, me anunciaron que un sobrino de 8 años, primer hijo de mi hermano, le acababan de detectar un cáncer de hueso en la pierna y que le dolían muchísimo. Fue una noticia que entristeció a toda la familia. Me lo comunicaron sus papás pidiéndome orar por el niño. Enseguida yo dije a mi cuñada “mira cuando pueda, vete a mi casa y pide que te muestren los papeles médicos de mi mamá y allí encontrarás en un sobre grande, una estampa de Teresa Mira, tómala y llévala a la habitación del niño”. Le expliqué un poquito quien era Teresa Mira y como le había encomendado a mi mamá, por quien durante su enfermedad hizo mucho y sigue haciendo. Mi cuñada, con mucha fe, se fue enseguida donde mis papás y siguió todas las instrucciones como yo le había dicho; mi mamá le dio la estampa grande (regalo de la comunidad de Roma el día en que presenté mi tesina sobre Teresa Mira) y se la llevo con alegría. Les envié también la oración que tenemos en las estampitas de Teresa Mira. Empezaron a rezarla en la familia y en mi comunidad de Vancouver empezamos una novena de Teresa Mira por esta intención. Un mes después volvieron al hospital para los exámenes que el médico había pedido para saber que tratamiento darle. Y encontraron que el niño ya se había curado, y desde que la estampa entró en su casa y que empezamos la oración, el niño ya no sintió más dolores hasta el día de hoy.
“Desde el cielo aún la querré más…” escribe Teresa a su hermana Magdalena y hoy nos sigue queriendo a todos haciéndonos experimentar la bondad y la ternura de Dios a través su intercesión. No dudemos de recomendarnos a ella y de encomendarla a todos los seres queridos y de pedir por su pronta beatificación.
Hna. Beata Kayitesi, CMT, Cdad. Nuestra Sra. de las Américas, Vancouver-Canadá