Gran asombro que sobrecoge es lo que siente cualquiera que llegue a la ciudad de Valparaíso en estos días. No tan solo por la devastación de los cerros que parece haber sufrido la explosión de una bomba ni por las llamas que aún arden en la cima de los cerros; sino que también por la multitud de personas que se han movilizado espontaneamente para ayudar; desde la ayuda gubernamental, fuerzas armadas, iglesias de todo tipo, universidades, colegios y vecinos de todas partes de la región.
Todos los días muchos jóvenes suben los cerros con palas, guantes y mascarillas a remover los escombros, mientras otros se quedan en el plan de la ciudad clasificando ropa, armando canastas familiares o atendiendo a los damnificados. ¡¡Es realmente impresionante!! Nadie ha quedado indiferente; por cualquier lugar donde pases encuentras puntos de acopio; y por la red miles de cadenas pidiendo ayuda. Todos movilizados… realmente un signo del reino de Dios; una forma de ser Iglesia.
Quizás tan solo esta frase escrita con faltas de ortografía en un pedazo de madera que sobrevivió al fuego en la cumbre del cerro Mariposas refleja también lo que se vive y siente en estos días: “Hemos perdido todo, pero no la Fe”.
Orlando Carvallo. CEP