La amapola excede hasta a la misma rosa en hermosura y en va riedad de colores: tiene, desde el blanco más puro hasta el carmesí más encendido, graduación admirabl e. Salvaje en los campos y cultivada en los jardines, es para esta estación una de sus bellezas. Pero le falta el olor; mas no importa: las perfecciones están repartidas y divididas entre las diferentes especies que adornan nuestros jardines.
Es semejante y tan semejante a la más bella de todas las rosas, que, puesta a su lado y mezclada en ramillete con ellas, se confunde a la vista y rivaliza en brillantez con ella.
Las obras de misericordia son catorce: las siete miran las necesidades corporales, y las otras siete las espirituales de nuestros prójimos. Porque la amapola se asemeja a la rosa, y tiene de ella su figura y belleza, la reconocemos como la más propia para significarnos la beneficencia. No tiene en sí fragancia, pero plántense a su alrededor yerbas aromáticas, y con ella formarán un ramillete perfecto… plántese en medio de las catorce obras de beneficencia figuradas en las yerbas odoríficas, y éstas suplirán lo que a ella falta, y ella lo que a éstas.
Señora: Yo me obligo a practicar en bien de mis prójimos todas las obras de misericordia que pueda y que están en mis manos. Tendré para todos aquellos con quienes me familiarizo, un corazón afable, benigno, dulce, manso, y seré su servidor. Ni con palabras, ni con obras, ni con gestos, ni directa o indirectamente les contristaré, les molestaré ni mortificaré.
Recibid, Señora, estos mis propósitos, y haced que tengan un efecto siempre eficaz.