En palabras de Berenice Díaz, Cónsul de México en Vancouver: “Ohtli es una palabra náhuatl que significa camino. Los poetas nahuas se preguntaban: ¿Cuál es el camino que ha de seguir el corazón? Es “Melahuac Ohtli”, el camino recto, el que te llevará a realizar el destino. Al despedirse los nahuas decían, “Cualli Ohtli”, o buen camino, el que tú y yo debemos andar.”
La labor de salir al encuentro del hermano migrante, este camino ohtli, hace varios años se abrió por algunas laicas con corazón ardiente. Ahora la realiza hermana Karina en un trabajo conjunto, con hermanos y hermanas laicas, con sacerdotes, construyendo puentes con la iglesia local y con organismos como el consulado Mexicano y con ONG, como clínicas de asistencia médica o legal. Es una labor hermosa de CREAR COMUNION entre migrantes y residentes, entre los nuevos y los establecidos. En este camino queremos que tanto los trabajadores como los voluntarios descubran a una Iglesia que es Familia, que se descubran con Iglesia. Es una labor que ANUNCIA LA BELLEZA de amar al hermano que sale en el camino, a la persona que necesita ayuda.
En otorgar este premio, se resalta de hermana Karina su discreción, su bondad y su disponibilidad para acompañar en cualquier necesidad, y de escuchar a los migrantes que “se encuentran en depresión, desolación, que sufren de problemas de salud mental o que cruzan un apuro… Su altruista labor ha sido vital en este 2020, el año de la gran pandemia de Covid-19”.
En palabras de nuestro Santo Padre Francisco en su extraordinario mensaje “Urbi et Orbi” del 27 de marzo de este año: “La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad…” Una vulnerabilidad desenmascarada por la pandemia en la Sociedad canadiense es la situación de los trabajadores migrantes del campo. La Iglesia en esta Arquidiócesis trata de responder a dicha vulnerabilidad a través de su pastoral en favor de los migrantes hispanos agrícolas. Hay miles que vienen a trabajar en los campos y en los invernaderos cada año, la mayoría de México y Guatemala.
Durante este año, a pesar de las dificultades, con las actividades suspendidas, y con la constante atención al peligro de llevar una infección a los vulnerables, hermana Karina junto con voluntarios laicos han llevado una intensa pastoral de escucha, de acompañamiento a hospitales y citas médicas y al aeropuerto, han buscado ayuda para los confinados durante cuarentena, y para los trabajadores que se han enfermado de covid-19. Ha sido un tiempo de mucha oración, de mucha escucha y discernimiento. Incluso sin poder entrar en las granjas – por proteger a los trabajadores – se han visitado decenas de granjas llevando alguna comida mexicana que llega con sabor maternal, orando EN EL ENCUENTRO, a través de portones, encuentros de pie en el camino.
En un tiempo en que las distancias y la soledad pesan fuerte, esta pastoral ha estado presente, para ESCUCHAR y RESPONDER, a los interrogantes, a la necesidad de compartir, a la necesidad de encontrarse con su IGLESIA FAMILIA. De nuevo con las palabras del Papa Francisco: “Con la tempestad se dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.” Por eso arde el corazón de los que sirven en este ministerio, es porque nos pertenecemos, porque el migrante es mi hermano y mi hermana.
Como familia palautiana, nos alegramos de que la misión de hermana Karina de construir Iglesia con los migrantes ha sido reconocida. Junto con ella y todos los hermanos que le acompañan en este camino, queremos decir: Cualli Ohtli, o sea, Buen Camino, donde vamos haciendo camino juntos.
Hna. Ángela Moloney, cmt – Vancouver