“TALLARINADA SOLIDARIA”: Comprometidos con la realidad. Comunidad TUPASY RENDA
La semana pasada una inquietud dinamizó a la comisión parroquial de Paso Yobai. Todos sabemos que la cuarentena cerró puertas, inhabilitó salidas y genera incertidumbre, pero hay acciones, en medio de este contexto inquietante que brindan aire, amplían la mirada y dinamizan el corazón. Una de estas es la tallarinada solidaria que los miembros de la comunidad parroquial “Ntra. Sra. de la Asunción” llevaron a cabo, la cual tuvo como objetivo, recaudar fondos para continuar con las actividades pastorales y proyectos establecidos para el 2020.
¡Manos a la obra! o mejor dicho ¡manos en la masa! los referentes estuvieron atentos a todos los detalles, distribuyeron las tareas, sectorizaron la zona de trabajo y salieron en busca de todo lo necesario para que esta actividad se concretara. ¿Solo los referentes? no, ellos ampliaron el campo invitando a todos los miembros de la comunidad y fueron muchos los que se sumaron aportando lo que podían, lo que tenían, sin escatimar esfuerzo. Lo valioso de esto fue que cada aporte, se hizo desde el corazón.
El sábado iniciaron con los primeros preparativos y el domingo, a primera hora, se presentaron en las instalaciones parroquiales para continuar con lo que restaba de esta actividad. Llegado el momento, se armaron los platos para ser entregados en tiempo y forma concretando así la última etapa del proceso.
Un gran trabajo, que implicó esfuerzo y sintonía, supuso mirar la realidad, reconocer necesidades, evaluar recursos y asumir un compromiso que tuvo mucho de personal, pero también un hondo sentido comunitario.
Y no todo quedó ahí, las hermanas de la comunidad “Tupasy Renda” como miembros de la parroquia, dieron su sí sumándose a esta labor y extendiendo la misma al amplio campo pastoral que ellas, en el día a día, recorren.
¿Cuál fue la motivación? Tembi’u enterovevape ğuara llegar a familias que, por diversas razones, están transitando situaciones complejas. Esa tallarinada que inició en Paso Yobai, se extendió a las mesas de personas que necesitaban de ese calorcito de comida sabrosa, calorcito que brota cuando llega una visita para compartir la vida, el mismo calorcito que se desprende cuando el pan partido es compartido.
Y así, lo que inició como inquietud, culminó en gratitud porque el compromiso revitalizó, porque el pensar y sentir con el otro sigue teniendo sentido, porque experimentar el don de la comunidad y comunión impulsó a seguir soñando, transitando juntos un camino.