Misión CMT en Vancouver – Fin de año 2019

“Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia (cf. Mt 25,35.43). A cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia. Esta solicitud ha de concretarse en cada etapa de la experiencia migratoria: desde la salida y a lo largo del viaje, desde la llegada hasta el regreso. Es una gran responsabilidad que la Iglesia quiere compartir con todos los creyentes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que están llamados a responder con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras —cada uno según sus posibilidades— a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas”. (Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado 2018)

Como comunidad, junto con hermanos migrantes provenientes de muchas partes del mundo, despedimos el 2019 con una Hora Santa dando gracias a Dios por su amor y misericordia orando y alabando al Padre de las Misericordias, acto seguido compartimos la cena con cantos y juegos para dar la bienvenida al 2020. Fueron especialmente invitadas las personas que están solas en Vancouver y que no tienen familia aquí, la mayoría de ellos son jóvenes que reciben clases de inglés en la parroquia y también miembros del grupo juvenil, migrantes de Colombia, Ecuador, México, etc. Fue muy emotivo porque se sintieron como en familia en un ambiente de mucha comunión y alegría. Damos gracias a Dios de permitirnos acompañar a estos hermanos y hermanas, que “confía al amor maternal de la Iglesia”, como nos dice nuestro Santo Padre.

Feliz Año Nuevo!