Hace cinco meses que ingresé como postulante en la Congregación Carmelitas Misioneras Teresianas, en Paraguay. Después de un largo período de discernimiento de dejarme acompañar, y hacer camino con el Señor e ir escuchando su voz, me lancé a la aventura más maravillosa e insegura de optar por la vida consagrada, muy consciente que es Dios quien me llamaba desde siempre a entregarle mi vida, para conocer, acompañar y embellecer las distintas realidades de la Iglesia.
Durante este tiempo de formación, se me invita a reconocer y acoger mi historia personal como el paso de Jesús en mi vida, de ir asumiendo mis fragilidades, mis limitaciones, en definitiva, en ir siendo más yo, y si yo no me conozco difícilmente podré dar lo que no tengo. Es un momento de riqueza única donde se va cimentando mi vocación. Es una invitación del Señor a dejarme transformar por Él , descubriendo la riqueza del carisma Palautiano, como llama a ser una mujer de relaciones profundas con Dios y los prójimos en el lugar en dónde comparto mi vida. Me voy deteniendo en las actitudes del Jesús de los Evangelio, dejándome interpelar por Él, haciendo camino con Él, porque Él da sentido a mí existir. Solo así se sostiene mi vida con la oración.
Actualmente me encuentro en la comunidad de “Nuestra Señora de las Virtudes” en Paraguay, en donde se encuentra nuestra casa de formación. Vivo con cuatro hermanas, cada una de ellas me va ayudando en este intenso proceso que es aprender a convivir en la comunidad como los primeros discípulos, compartir la oración, las comidas, las responsabilidades de casa, la misión.
Cada día experimento un salir de mi misma, el conocer una realidad distinta a mi país, conocer otra cultura y relacionarme desde ahí, dejar mis prejuicios a un lado, observar e escuchar a la gente.
Este semestre tuvimos la oportunidad de conocer un lugar del Paraguay “ El Bañado” donde se encuentra la capilla Cacupemi, y la escuela Fe y Alegría que hacen una inmensa labor de acompañar y contener en un lugar marcado por la marginación, la pobreza, y la desesperanza. Es un lugar donde viven familias recicladoras. Cada cierto tiempo el rio se desborda y sus casas se inundan pero vuelven a vivir en el mismo lugar. Hace tiempo el gobierno de esta país, lanzó un proyecto para hacer de este terreno “La Costanera”; es por ello que estas personas luchan para que no demuelan sus casas y todo lo que tienen allí. Para mí , ha sido una pastoral de la escucha de acompañar el dolor de estas personas y animarles que Dios está con ellos y me hace recordar las palabras del padre Palau,“Mírale en este cuerpo, que es su Iglesia, llagado y crucificado, indigente, perseguido, despreciado y burlado y ofrécete a cuidarle y prestarle aquellos servicios que estén en tu mano”. (Cta. 42)
Agradezco a la Congregación porque me va dando recursos inmensamente adecuados para clarificar mi vocación en este proceso de formación. Y cuento con sus oraciones para mantenerme fiel al llamado de Dios.
Yoselhyn Mora postulante C.M.T – Paraguay