Las lecturas de hoy nos hablan de tres realidades sobre el amor de Dios que son motivo de agradecer y corresponder.
Primero, nos encontramos con la elección y amor comprometido de Dios. Cuando Jesús viene a salvarnos, no viene solo, viene con “su familia”. Su Padre y el Espíritu lo acompañan en el Jordán (Mateo 3,13-17): No se mantienen lejos sino muy cerca de Él. El Padre le recuerda su identidad, su calidad de Hijo Amado. Sabe que Jesús en su misión necesitará llevar esa certeza muy dentro del corazón porque recibirá mucho desamor, incomprensiones, ataques, calumnias y todo lo demás que conocemos, el Padre sabe que va a necesitar ese refugio de amor incondicional. Y Jesús lo buscará más tarde cada vez que se escapaba para estar con Él en oración, siempre solo, alejado, a veces de noche. Los dos necesitaban encontrarse para que la misión llegara a su fin.
Lo segundo, Dios cuando ama, envía. No es un amor para el solaz egoísta o encerrado, sino un amor para hacerse obras, acciones concretas, un amor que genere vida en los demás. Luego del Bautismo Jesús irá al desierto empujado por el Espíritu Santo y después de salir victorioso frente a las pruebas del diablo, comenzará su misión, esa para la que fue enviado: “Llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos” (Lc 4,17). Dios Padre ama a Jesús, pero también nos ama a nosotros, por eso envía su Hijo. Y el Hijo nos ama también, por eso acepta su misión. ¿Y qué decir del amor del Espíritu? Si El nos habita, nos sostiene y guía?
Lo tercero, Dios nos enseña a amar “a su manera”. No quiere que nos enredemos en cualquier tipo de amor, quiere que amemos de verdad, así como lo expresa la primera lectura de hoy (Isaías 42,1-4.6-7) con un amor que se traduce en actitudes concretas: ”Miren a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.[…] La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas”.
El Bautismo de Jesús llega a nuestras vidas con estas tres lecciones. Ojalá este domingo des una ocasión para decidirnos a amar más comprometidamente, a cumplir con fidelidad la misión que a cada uno se nos encomienda y a encontrarnos muchas con Dios en la oración para que nos enseñe a amar “a su manera”.