Hermana Silvia Inés de Jesús Sepúlveda Concha, nació en la localidad de San Carlos, diócesis de Chillán un día 08 de marzo de 1938 y fue bautizada en la Parroquia de los Padres Trinitarios en la misma localidad el día 29 de junio de 1938. Creció en el seno de una familia formada por Vicente y María Inés siendo la mayor de cuatro hermanos: Isabel, Arturo y Julio.
A la edad de 22 años, un día 08 de julio de 1960, ingresa a la congregación de Carmelitas Misioneras Teresianas en Santos lugares, Argentina donde hace su postulantado y noviciado. Profesó sus primeros votos un 17 de enero de 1962 en la misma casa donde recibió su formación inicial.
Los primeros 20 años como religiosa, entre los años 1962 y 1980, sirvió en distintas comunidades de la Provincia “San José” de Argentina en San Rafael, Catamarca, Santos Lugares, Buenos Aires y El Prado en Uruguay.
En 1981 fue la primera delegada de la nueva delegación general “Virgen del Carmen” que comprendía a las comunidades de Chile que, hasta entonces pertenecían a la Provincia “San José” de Argentina. Durante su servicio en la animación y gobierno de la nueva Delegación se empeñó en la expansión de nuestra familia religiosa en Chile, su espíritu misionero la llevó a fundar las comunidades “Santa Teresa” en Tierras Blancas, Coquimbo (1981), comunidad “Santa Teresita” en el Hogar de ancianos “Buen Samaritano” (1982-1991), postulantado “San Juan de la Cruz”, Santiago (1982-1990), la comunidad casa noviciado “Santa Teresa de Jesús” 1982, comunidad “San Elías” en el Colegio “Santa Elena”, Santiago (1984-2005) y el juniorado “San José, Santiago (1984-1987). El mismo año 1984 asume también la dirección del Colegio Santa Elena en Santiago.
El año 1994 es nombrada por el Consejo general, Consejera y secretaria general, servicios a los que se dedicó con esmero y responsabilidad cumpliendo con dedicación sus funciones.
En el primer capítulo provincial de la Semiprovincia “Virgen del Carmen” fue elegida Superiora Provincial, servicio que realizó en el trienio comprendido entre los años 2000 y 2003. Finalizando esta misión nuestra hermana asumió como directora del colegio Francisco Palau de La Serena, pasando luego a la casa Provincial. En el año 2012 se le solicita, desde el gobierno general, ir por un tiempo a la Provincia San José, concretamente al colegio del Carmen en san Rafael, desde donde regresó a Chile aquejada por un cáncer que la consumió casi al mes de haber llegado.
Amante del Carmelo, procuraba cercanía con la orden, interesándose por nuestros hermanos en el Carmelo Teresiano, manteniendo un trato fraterno y muchas veces cómplice con los padres y hermanos estudiantes. ¡Cómo no mencionar al padre Julio, que en paz descanse! su paisano y amigo Chillanejo con quien se debe haber encontrado en el cielo y con quien tantos proyectos y sueños compartió en vida.
Identificada totalmente con el carisma de nuestro padre fundador, se esmeró en darlo a conocer por todos los medios: escribió “Sendero de una Vida”, una selección de datos biográficos que motivan a conocer más a fondo la figura y mensaje de Francisco Palau, “Luces del Carmelo” que reunía pensamientos de todos los santos de Carmelo Teresiano, “La Historia de las Carmelitas Misioneras Teresianas en Chile 1955-2005. En sus conversaciones, el Padre Palau siempre estaba presente, muchas de nosotras nos enamoramos del sueño Palautiano a través de sus palabras que animaban y hacían arder el fuego carismático en nuestros corazones.
Apóstol de las vocaciones, responsable de la vocación de muchas de nosotras, siempre sembraba la semilla del llamado por doquier. La hermana Silvia era una convencida que el Señor llamaba y que había que escucharlo y responder a ese llamado y en ese empeño no había quién se le resistiera.
Profundamente eclesial, generaba relaciones fundadas en la caridad, formando comunidades y estableciendo lazos en distintas realidades. Tenía la facultad asombrosa de convocar siempre a todos y todas para un fin común, muchos aún sin darse cuenta se veían involucrados en sus proyectos. Siempre presente en los acontecimientos eclesiales, procuraba participar y hacer participar a las hermanas en todas las convocatorias.
Amiga de sacerdotes, los animaba y aconsejaba como una madre. Muchos de ellos han encomiado su trato amable, cercano y no invasivo. Esa facultad de ir a la médula, dando la palabra adecuada en el momento preciso.
Educadora por excelencia “maestra” dedicó gran parte de su misión a la evangelización en el ámbito de la educación destacándose por su trato amable que hacía sentir a cada persona que se encontraba con ella como alguien especial: especialmente acogido, especialmente amado, especialmente tratado. Sabía animar con firmeza y delicadeza a la vez, obteniendo siempre lo que se proponía y embarcando en sus empresas a quien se propusiera. Amada por sus alumnos, profesores, paradocentes, asistentes de la educación y las familias de todos ellos. Sabía dar una palabra de ánimo y consuelo a cada uno, interesándose por sus vidas, sus tristezas, problemas, alegrándose de sus alegrías y logros.
Hermana de sus hermanas, directa para decir las cosas, humilde para reconocer sus errores, generosa en el servicio, se la jugaba por cada hermana, manifestaba su amor de distintas maneras: un apretón de manos, una mirada cómplice, un arrugar la cara, todo podía leerse como un mensaje de cariño y ánimo. Mujer de relaciones profundas y perdurables.
Ésta es ni más ni menos nuestra hermana Silvia, una de las primeras Carmelitas Misioneras Teresianas chilenas y la primera en partir a la casa del Padre. Desde allí nos seguirá acompañando, animando, corrigiendo y ¿por qué no también? “mandando”. Desde el corazón de la Iglesia triunfante, velará por todos y cada uno de quienes la conocimos y amamos, desde allá procurará acompañar cada paso de nuestra Semiprovincia, de nuestra congregación, de nuestra Iglesia, procurando que el sueño de Palau se haga realidad en cada lugar en que haya una CMT o un laico que comparta nuestro carisma.
¡TE EXTRAÑAREMOS QUERIDA HERMANA, PERO SABEMOS QUE ACOMPAÑARÁS NUESTROS PASOS!