Si seguiste al Papa en su reciente viaje a África, es probable que hayas visto la temprana apertura de la Puerta Santa en Bangui, República Centroafricana.
Aunque el Año Santo oficialmente comienza el 8 de diciembre, esa fue la primera vez que un Papa abrió la una puerta santa fuera de Roma.
Cada una de las cuatro basílicas papales de Roma tiene una puerta santa, que normalmente se sella desde el interior para que no se pueda abrir. Las puertas santas sólo se abren durante el año del Jubileo para que los peregrinos puedan entrar a través de ellas y ganar la indulgencia plenaria vinculada al Jubileo.
El rito de la apertura de la Puerta Santa pretende ilustrar simbólicamente que a los fieles de la Iglesia se les ofrece un “camino extraordinario” hacia la salvación durante el tiempo del Jubileo. Simboliza el dejar atrás el mundo y entrar en la presencia de Dios, de manera similar a la forma en que los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento atravesaban la entrada del santuario interior del Tabernáculo en Yom Kipur -la conmemoración judía del Día de la Expiación, perdón y del arrepentimiento de corazón- para entrar en la presencia de Dios y ofrecer sacrificios.
Después de la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, se abren las puertas de las otras tres basílicas romanas: San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor. Durante el Año Santo de la Misericordia, el Papa Francisco también ha dado a los obispos diocesanos permiso para designar Puertas Santas específicas en sus diócesis.