La Hna Victoriana Razquin Galarza viajó a México destinada a la Comunidad de Atotonilco de Tula, Estado de Hidalgo, en el año de 1996. Posteriormente fue destinada a la comunidad de Monterrey, Nuevo León, hasta el 2002. A partir del 9 de enero del 2002 pasó a formar parte de la comunidad de Lázaro Cárdenas, Michoacán, y años más tarde a la Casa de formación de México D.F, hasta el 25 de agosto de 2015 que ha marchado a España.
Hna. Victoria se ha destacado por su entrega a Dios y el amor a la Congregación, manifestada en: la obediencia a los superiores, el amor a los niños, visita a las familia pobres-marginadas, la pastoral de la escucha, sensibilidad ante los acontecimientos del lugar y del mundo, prontitud para ayudar en las tareas de la casa o acompañar en las distintas pastorales.
Hay dos cosas que me llaman la atención de ella: su intensa vida de oración y sencillez en el trato para con todos. Aunque aparente muy sería, bien podía seguir mis bromas para hacer reír o reírnos juntas un rato.
¡Cómo olvidar sus laaaaaaaaaaaaaaaaaargos y abundantes chistes! Pues para contarlos se pintaba sola. Y si se trata de hacer comedias no le importa disfrazarse con el fin de agradar a las hermanas; tampoco es necesario consultar el santoral, porque ella lo sabe todo y si se trataba de temas de historia universal o de la Iglesia sólo hay que ir a ella para ser iluminada. Siempre me impresionó su sabiduría en los diversos temas que la comunidad incluso llegamos a ponerle la “ Vademecum “.
En la Casa de Formación del D.F. última comunidad que estuvo, la gente pobre tocaba la puerta sólo para saludarla o hablar con ella y contarle sus penas. Tiene una manera especial y la paciencia del santo Job para tratar con los pobres y mendigos, es trabajadora y servicial como pocas; ama profundamente a nuestro Padre fundador y es amiga fiel de nuestra hermana Teresa Mira.
En la parroquia de San Agustín los niños solían ir a donde se encontraba sentada Hna. Victoriana para saludarla y obviamente-recoger algún dulcesito. Por todo el camino iba repartiendo pan, algún bocadillo, algún beso a los niños, una sonrisa o simplemente un saludo. Los testimonios hablan por sí mismos.
¡Y esta es sólo una breve reseña que quedará grabado en nuestra memoria por todo lo que ha dejado la Hna. Victoriana por su paso en México!
Las que la hemos conocido sabemos que es un ejemplo de vida y entrega a Dios, y seguirá siendo allá “Dónde la gloria de Dios la llame”.
Desde México queremos agradecer su celo apostólico y todo el bien que ha dejado en nuestros corazones.
Hna. Norma Pérez, CMT.
Lázaro Cárdenas, México