Hemos terminado ya nuestra obra. Están ya en el círculo circunscrito por el dedo de Dios todas las flores del mes de mayo. Examinemos hoy nuestra obra y contemplémosla.
¿Hemos tenido algún descuido? ¿Hay en los campos y en los valles, en los montes y collados, en los prados y en las huertas; hay en nuestros jardines y terraplenes alguna de las flores de esta risueña estación que no embellezca, adorne, vista y perfume nuestra gran corona? Si la veis, si la encontráis, cogedla hoy y agregadla a uno de los treinta ramilletes que la cierran y completan. Celebremos hoy el complemento de nuestra obra.
Contempla atentamente esta corona que acabamos de vestir y adornar; son todas nuestras virtudes simbolizadas en las flores. ¿Falta alguna? ¿están todas? ¿todas sin faltar una? ¡ah! si pierdes una, se pierden todas y donde va una, van todas, porque todas están ligadas a un mismo y solo círculo; y doquiera que se coloque el círculo van ellas todas, y si éste se mueve, se mueven todas. Vamos a presentar hoy, por manos de nuestra Reina, ante el trono de Dios, nuestra corona: nos la pide adornada, enriquecida, vestida y embellecida por las virtudes todas, y no puede faltar ni una sola flor: ¿lo has dado ya todo? ¿todo? ¿nada te has reservado para ti? Piénsalo bien: hoy termina con el mes de mayo nuestra obra: tienes tiempo, examina tu alma, y da a María si algo has olvidado o descuidado. Preséntale hoy no una flor sino la corona entera y completa, y al ofrecérsela le dirás:
sagrado a Vos cuanto he hallado en mi jardín de más bello
y fragrante; os he dado cuanto tenía de mejor, y os lo doy de
nuevo. No hay más, Señora, no hay más: ¡ay! es cosa poca;
pero no tengo más. Os he dado votos, promesas, propósitos, resoluciones, y os los he dado tan firmes y eficaces como me ha sido posible formar: ¡ay! no puedo más; no
tengo mejores. Me los habéis pedido y os los he dado tales
como Vos veis están en esa corona.
Señora: estos propósitos, que, por la misericordia de Dios y
favor vuestro, yo he formado en estos ejercicios, a Vos los
he ofrecido, y en vuestras manos están. Fomentadles, dadles actividad, firmeza, constancia, perseverancia, eficacia y fortaleza. Yo me ofrezco de nuevo a ponerlos por obra, yo
los fío a vuestra maternal solicitud Bellísima, amabilísima,
habilísima jardinera, en vuestras manos dejo mi corona; en
vuestras manos sagradas encomiendo mis virtudes.
Guardadlas, protegedlas, regadlas, cultivadlas y perfeccionadlas.