“Siendo Dios y los prójimos, esto es, la Iglesia santa, la imagen viva y acabada de Dios trino y uno y el objeto esencial … del amor del hombre, … espejo donde mira Dios Trino y Uno su imagen y se complace en ella” (cf. MR 22,32)
“Por eso, ya que estamos rodeados de una nube tan grande de testigos, dejemos también de todo peso y del pecado que tanto nos atenaza, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante, mirando a Jesús, el pionero y perfeccionador de nuestra fe, el cual, por el gozo que le fue propuesto, soportó la cruz sintiendo el oprobio, y se sentó a la derecha del trono de Dios.”. (Hebreos 12)
Para inspirar, profundizar e intensificar nuestra fe, miramos a los que han caminaron antes que nosotros en el Camino, teniendo relaciones profundas con Dios, Trino y Uno, caminando con Él como Él caminó con ellos, deseamos esta misma vida.
Nos fijamos en aquellos que mostraron Valor: para vivir el evangelio, para trabajar contra la opresión, para vivir la fe cristiana en todos los lugares, que no tuvieron miedo de hablar y vivir sus creencias, que buscaron la justicia incluso cuando era costosa. En ellos vemos la verdadera integridad, porque la forma en que vives revela tu verdadero corazón y tu naturaleza.
Miramos a los que han escuchado: a los que son diferentes a ellos, dando espacio a otros puntos de vista, a os que fueron amables, no se enfadaron, escucharon y no discutieron, caminaron y no se alejaron, escucharon humildemente acogieron a todos, independientemente de sus puntos de vista, crearon un espacio para que los demás fueran ellos mismos.
Nos fijamos en los que rezaban: rezaban en silencio, no en voz alta, sino con una oración gentil, que llevó a ser una persona gentil, donde la oración simple llevó a la simplicidad de la vida, y una vida contemplativa interior que conducía a una vida exterior más tranquila.
Nos fijamos en aquellos que mostraron la fe en la vida ordinaria: que tenían una alegría contagiosa, la sencillez, la generosidad, el servicio, la hospitalidad, todo ello derivado de su fe en Cristo; que no se limitaron a hablar de la fe, sino que la vivieron tranquilamente de una manera ordinaria y defectuosa, que vieron que no necesitaban ser especiales.
Nos fijamos en aquellos que fueron honestos e intelectuales: que fueron capaces de explorar y permitir que la duda formara parte de la fe, que no tuvieron miedo de comprometerse con el intelecto, estando preparados para ser despojados emocional y mentalmente en su búsqueda de Dios.
Nos fijamos en los que estaban presentes para los demás: los que eran hospitalarios, que conocían profundamente a la gente, que como diría San Francisco, “tenían una alta visión de la amistad”.
Miramos a los que eran Conscientes del Amor y el Deseo de Dios por Ellos: que vieron que nada de lo que puedan decir o hacer haría que Dios los amara más, que conocen esto profundamente. Que vieron que Dios les ha dado todo el tiempo necesario para hacer las cosas que Dios quería que hicieran.
Miramos a la Vida Religiosa: A la apasionada oración y devoción de San Benito, la búsqueda de la reconciliación con Dios y la pasión por el aprendizaje de San Ignacio, y la hospitalidad y el servicio entre los pobres de San Francisco y Santa Clara, la intensa relación con Cristo de Santa Teresa y San Juan de la Cruz y su transmisión hasta hoy, la apasionada búsqueda de la Amada Iglesia y su entrega incondicional para restaurar su belleza del Beato Francisco Palau…
Vía: La Sociedad de la Santísima Trinidad
Distintas miradas, un solo Misterio. Distintas expresiones, una misma experiencia.