Cecilia Pérez, Licenciada en Ciencias Religiosas, y miembro de nuestra familia, nos cuenta a profundidad sobre la Encíclica Laudato Si’, y nos explica en sugerentes ideas como analizarla a través de la metodología de la Doctrina Social de la Iglesia; Ver, juzgar y Actuar. Un imperdible para cerrar la semana.

EL COMPROMISO CRISTIANO CON LA “CASA COMÚN”.

UNA MIRADA PROFUNDA A LA ENCÍCLICA ECOLÓGICA LAUDATO SI.

 

Laudato si` es una novedad en sí misma. Publicada por el papa Francisco en el año 2015, pasa a formar parte del cuerpo social del magisterio de la Iglesia. Su llegada nutre a la Doctrina Social de la Iglesia aportando una nueva perspectiva teológica sobre un tema tan importante como es la ecología[1], que si bien ya había sido tratado en otros escritos magisteriales como Pacem in terris, Octogesima adveniens, entre otros, nunca antes una encíclica se había dedicado íntegramente a ello. Además, no es un secreto que Francisco haya tomado como inspiración el trabajo que ha venido desarrollando hace un par de años el teólogo brasileño Leonardo Boff, y que con esta “encíclica ecológica” el sumo pontífice ha contribuido a la más reciente reflexión teológica contextual, la ya reconocida Ecoteología[2].

Con un total de 246 puntos, Laudato si` anuncia y denuncia una situación de injusticia social incoherente a la existencia humana, y por medio del método pastoral de análisis de la realidad, ver-juzgar-actuar, define y fundamenta su eje central en el “cuidado de la casa común”, vale decir, el cuidado del planeta en que vivimos y compartimos nuestra existencia no sólo con otros seres humanos sino con todos los seres vivos creados por Dios (organismos animales y vegetales), forjando una notable analogía entre el “clamor de la tierra” y el “clamor de los pobres”, y todo ello desenvuelto desde el horizonte de la fe y el bien común.

Los seres humanos a pesar de haber sido elegidos por el mismo Creador como los guardianes y lugartenientes de toda su obra, le hemos provocado un profundo y violento daño a “nuestra hermana tierra” y hoy día ella clama por, más que ayuda, un trato basado en el amor. Nuestro uso y abuso de sus recursos han desembocado en una enorme crisis ambiental que irónicamente nos afecta de manera directa pues en ella habitamos y, evocando la creación de Dios podemos decir que, nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2, 7). Asimismo Francisco nos emplaza y recalca que hoy “la madre y hermana tierra” es el pobre más maltratado y olvidado, y que cada crimen cometido en contra de la naturaleza es un pecado contra nosotros mismos (cf. n 2, 8-9). Desde la mirada contemplativa de san Francisco de Asís se nos invita a ver en los atributos de la creación el reflejo del amor de Dios, para unirnos y proteger la casa común, buscando un desarrollo sostenible e integral, y así replantear el diálogo sobre el futuro del planeta. Con lo anterior, el papa da luces para la vida cristiana –­­y para todos aquellos que quieran recibir su mensaje– en cuanto a la toma de conciencia y compromiso ecológico que tiene directa relación con la vida humana y la vida de fe, ya que es parte del cristianismo alabar a Dios por medio del cuidado de la naturaleza (cf. n. 64) pues todas las criaturas son importantes para el fundamento de todo lo creado (cf. nn. 96-100).

Entonces, la ecología es un tema que afecta al desarrollo de la vida en sociedad, pues toca la fibra más íntima de la labor del ser humano encomendada por Dios y desemboca en una nefasta injusticia social. Por esta razón es que el papa, desde un análisis metodológico (ver-juzgar-actuar), provoca el encuentro de esta crisis social con el Evangelio buscando iluminar la conciencia ecológica. A continuación, el análisis propuesto en Laudato si`:

 

  1. VER la crisis desde la ciencia y la sabiduría bíblica:

Capitulo 1, “Lo que está pasando a nuestra casa”: Estamos arrasando con el medio ambiente. La contaminación, el calentamiento global, la crisis del agua, etc., suelen afectar directamente a los más pobres (países en desarrollo), y la tecnología resuelve problemas pero a veces pasa a llevar los derechos humanos.

La pérdida de la biodiversidad nos afecta a todos, pues cada especie es importante para el conjunto de los ecosistemas, lamentablemente las hemos usado como recursos explotables, lo que es contradictorio pues destruimos la naturaleza al mismo tiempo que se crean nuevas tecnologías, es como si quisiéramos sustituir una belleza irremplazable e irrecuperable por otra artificial.

La cultura del descarte debe ser erradicada para tomar conciencia antes de que los problemas sean irreversibles, es impresentable que la calidad de vida se destine sólo para algunos y ésta se suprima para “los descartables” quienes justamente viven en los lugares más afectados por la contaminación, lo que está llevando a una degradación social disfrazada de progreso. La desigualdad e indiferencia planetaria (ej. aprovechamiento por parte de los países del norte sobre los recursos de los países del sur) por medio de las decisiones políticas sometidas a la economía y tecnología, impide que nos hagamos participes del sufrimiento de otros pueblos (bien común) y como resultado, hoy divinizamos el mercado y sus intereses. Es necesario un diálogo honesto sobre planteamientos ecológicos sin apartarlos de la cuestión social. La tierra clama por ayuda y también los pobres.

Capitulo 2, El evangelio de la creación”: Toda ciencia y sabiduría es bienvenida para construir una ecología que ayude a sanar lo destruido. La sabiduría de los relatos bíblicos explica que en el principio Dios creó todo cuanto existe y vio que era bueno, pero a diferencia del resto de la creación a los seres humanos los hizo a su semejanza dotándolos de razonamiento, libertad, como seres capaces de amar y relacionarse, y por ello nos hizo poseedores de dignidad (cf. Gn 1 y 2). Y es sobre la capacidad de relacionarnos que la Sagrada Escritura detalla una triple relación, la primera de dependencia frente a Dios, la segunda de superioridad frente al mundo (naturaleza), y la tercera de igualdad entre nosotros, y entendemos que al romper con una de ellas se considera como transgresión a la propia naturaleza humana (pecado). Por eso es que debemos relacionarnos con cada una desde la justicia, pues al no haber justicia toda la existencia está en peligro, aunque la injusticia no es invencible.

Como todo está relacionado, el ensañamiento con otro ser vivo resulta contrario a la propia dignidad, y como la tierra es una herencia común a todas las criaturas, sus frutos deben beneficiar a todos. Todo planteamiento ecológico debe tener una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de la persona, pues ricos y pobres tienen igual dignidad.

 

  1. JUZGAR la crisis medioambiental y social desde el análisis de su origen, para compartir el concepto de “ecología integral”:

Capítulo 3, “Raíz humana de la crisis”: La realidad ha sido desplazada por la técnica debilitando el valor y dignidad del mundo, hemos olvidado que la naturaleza es un sujeto no un objeto, y que el progreso material tiene límites. El ser humano es el “administrador responsable” de la creación, sin embargo nos hemos despreocupado y causado un gran daño al medio ambiente y a nosotros mismos, valorando mayormente a la tecnología y sus avances por sobre la misma vida. Es claro que al no ser capaces de reconocer la dignidad del pobre o la de un embrión, difícilmente conseguiremos escuchar el clamor de la naturaleza.

El mayor problema es cómo hemos asumido la tecnología y su desarrollo, se ha dejado de lado el bienestar común y los valores, asumiendo desde la política y la economía el control de la naturaleza y la humanidad. No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano, pues no hay ecología sin una adecuada antropología. Lamentablemente, cuando el ser humano tiene dañada la capacidad de contemplar y respetar su entorno, y se ha situado como centro de todo, sólo le importará sus propias conveniencias y lo demás se volverá relativo e irrelevante[3].

El proceso tecnológico no debe reemplazar el trabajo humano, pues éste es necesario y una prioridad para nuestro bienestar, por ello, la solidaridad con los más pobres debe partir por ayudarlos a conseguir una vida digna por medio del trabajo, y los gobiernos tienen la obligación de favorecer a los pequeños productores, no a las grandes empresas.

En cuanto a la investigación biológica y la manipulación genética, sólo son legítimas si se mantienen en el límite razonable y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas. Es contrario a nuestro rol dado por Dios el sacrificar y hacer sufrir a los animales, y en cuanto a los organismos genéticamente modificados, pueden ser un riesgo desde una aplicación inadecuada o excesiva. A Francisco también le preocupa que movimientos ecológicos defiendan el ambiente pero ignoren los principios de la vida humana. La técnica separada de la ética difícilmente será capaz de autolimitar su poder.

Capítulo 4, “Una ecología integral”: Todo en nuestra existencia está conectado, los seres humanos son parte de la naturaleza y hoy en día sabemos que la naturaleza está en crisis. Por un lado tenemos una crisis ambiental (calentamiento global, etc.), pero también existe una crisis social (pobreza, individualismo, desigualdad, etc.). Francisco las ve como una sola, debido a la relacionalidad de la persona con el mundo, y expresa la necesidad de encontrar una solución integral por medio de la investigación. Propone a los estados la búsqueda, desarrollo y práctica de ecologías ambientales, económicas y sociales que deberían ayudar a entender la realidad más allá del beneficio inmediato, y que ayuden a fomentar la solidaridad pues, la falta de ésta y del civismo sumada al consumismo, producen daños ambientales.

Otro punto a destacar es la justicia entre las generaciones, el medio ambiente lo hemos recibido de generaciones anteriores, y a su vez nosotros se lo estamos heredando a otras futuras, por ello es de suma importancia la solidaridad entre generaciones y el desarrollo del bien común, pues la ecología en la vida cotidiana orienta a la mejora de la calidad humana.

 

  1. ACTUAR ante la crisis desde las respuestas y compromisos encontrados:

Capítulo 5, “Algunas líneas de orientación y acción”: El papa da pistas para dar solución a los problemas mencionados. Dice que es importante el diálogo sobre el medio ambiente en las políticas internacionales, y ser más rápidos en las respuestas frente a las angustias ecológicas de los países con menos recursos. No se debe anteponer al bien común los intereses de los países más ricos, dejemos de dar paso a injusticias ecológicas disfrazadas de cuidado del medio ambiente y progreso. Un diálogo fecundo orientado hacia nuevas políticas nacionales y locales, centrado en criterios relacionados con el medio ambiente, tomando medidas realizables (como ahorrar energía, reciclar, diversificar la agricultura, proteger las especies, etc.), controlando la corrupción, y mayor transparencia en las innovaciones tecnológicas, llevaría a realizar políticas internacionales que aporten al bienestar y no solo a la rentabilidad.

La Iglesia pide un debate honesto y transparente para el bien común, sugiriendo que la política se desligue de la economía, y solicitando que la economía esté al servicio de la vida humana. Un desarrollo económico y tecnológico que no deja un mundo mejor para todos, no puede llamarse progreso.

Por último, falta mayor diálogo interreligioso sobre el cuidado de la naturaleza y el cuidado de los pobres.

Capítulo 6, “Educación y espiritualidad ecológica”: Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo pero ante todo, la humanidad necesita cambios. Las personas caen en el consumismo y contribuyen al egoísmo colectivo, pero si se supera el individualismo se podría cambiar de manera importante a la sociedad.

La educación en el cuidado del medio ambiente, el amor fraterno y civil, y la cultura de la vida por medio del respeto a lo que nos rodea se aprende en el seno de la familia, este es el primer paso hacia una necesaria conversión ecológica comunitaria que lleve al gozo y la paz, obteniendo una mejor calidad de vida. Igualmente, la creación se puede entender y vivir a través de los sacramentos y el descanso contemplativo como una ampliación de la mirada para reconocer los derechos de todos. Al contemplar la belleza y grandeza del universo alabamos a la Trinidad, y solicitamos a María que cuide con afecto a nuestro mundo herido. El mundo creado busca a su creador, así en el gozo de la esperanza se vive la preocupación por el planeta.

Tenemos frente a nosotros un documento teológico con una perspectiva ética, social y política muy rica y compleja, pues aporta a la reflexión sobre el pleno desarrollo de la vida humana, pero hace una fuerte crítica a las autoridades mundiales, en cuanto al actual modelo de producción y consumo, la economía globalizada y las fallidas políticas medioambientales que se han desarrollado hasta hoy (cf. cap. 5). Por lo mismo, la encíclica ha tenido una gran recepción en el mundo cristiano, sin embargo ha sumado críticas desde el poder político y económico.

El gran aporte de Laudato si` a la reflexión ecológica es el entendimiento de una ecología integral que va de la mano con un compromiso cristiano que nace desde la conversión ecológica. Quizás no lo teníamos muy claro, pero este nuevo paradigma apunta al cuidado y buen uso de los recursos naturales, pues esta actitud aporta al amor fraterno que debemos desarrollar en nuestra triple relación. La protección del medio ambiente y cultivar una fraternal relación con todas las criaturas es tarea de todos, así como lo estableció desde el principio el Creador. Este mensaje cristiano está íntimamente relacionado con la lucha por devolver la dignidad a los pobres y excluidos, e invita a un profundo y necesario diálogo con la política, economía, cultura, la familia y la sociedad. El clamor de nuestra hermana, la tierra, es el clamor de nuestra propia existencia y es urgente darle un respiro y buscar las soluciones a su sufrimiento, para hacer bien nuestro trabajo encomendado por Dios desde nuestro origen y para heredar a nuestras futuras generaciones un mundo maravilloso donde habitar.

Quizás, la situación actual de pandemia ha sido un punto de quiebre en nuestro apresurado y violento modo de vivir, donde nos hemos permitido tomar un poco más de conciencia ante nuestra fragilidad y la fragilidad de la madre tierra. El mundo necesita paz y justicia, y ésta sólo se obtendrá entendiendo la relación de amor y respeto en la que se debe desarrollar la existencia de los seres vivos. Los seres humanos poseemos el razonamiento, pero muchas veces son la vida vegetativa y animal las que nos muestran la sabiduría de la existencia… no es tarde para aprender un poco de ellas marcando así un potente compromiso ante un “nuevo” paradigma para una nueva actitud de la Iglesia.

Cecilia Pérez Mora

Lic. en Cs. Religiosas y Est. Eclesiásticos

© Magister en Teología Pastoral

 

 

[1] Ecología =“El estudio del hogar”. Se define como la ciencia que estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente en el que se desarrollan (n.138).

[2] Ecoteología = Es el diálogo que se desarrolla entre ecología y teología, y que ve en la tierra un lugar teológico.

[3] El relativismo práctico es ver al otro como mero objeto.

 

Sigue a Cecilia Pérez en sus redes sociales: