Hoy comenzamos el tiempo de adviento, tiempo de preparación para celebrar y actualizar en nuestras vidas y la vida del mundo, el encuentro con Dios que se quiere hacer uno de nosotros, que desea venir a caminar nuestros caminos y compartir nuestras realidades.
En este primer domingo del adviento se nos invita a la esperanza y a la vigilancia.
¿Por qué tener esperanza? Porque sabemos que Dios cumple sus promesas. Dice la primera lectura (Jer 33, 14-16) “En aquellos días y en aquella hora, yo haré nacer del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra. Entonces Judá estará a salvo, Jerusalén estará segura y la llamarán ‘el Señor es nuestra justicia’ “.
Estamos ciertos que esta profecía de Jeremías se cumple, que Jesús, hijo de David, viene trayendo justicia y derecho, amor, misericordia, paz, luz, verdad y salvación a los hombres y mujeres que quieran recibirlo. Confiamos, además, en que Jesús vendrá de nuevo un día cuando se acaben los tiempos, como expresa San Lucas en el Evangelio de hoy: “Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. (Lc 21, 25-28. 34-36)
¿Por qué velar y estar atentos? Para darnos cuentas de su venida, para que su cercanía, su presencia, su amor y su salvación no nos pasen desapercibidas en medio de la vorágine del día a día, de las celebraciones, los viajes y las fiestas.
Dice San Lucas “se acerca la hora de su liberación. Estén alerta, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos.
Este consejo o invitación es particularmente relevante al comenzar el tiempo de adviento pues muchos de nosotros los cristianos nos enredamos en preparativos de Navidad que nos roban el verdadero significado de la celebración.
En estas cuatro semanas antes de Navidad… ¿En qué vamos a invertir más tiempo? ¿En la compra de los regalos o en los encuentros con otros? ¿En conversar sobre nuestros posibles viajes en esos días feriados o en asombrarnos juntos del amor de Dios que quiere hacerse uno de nosotros?
En estas cuatro semanas ¿Podremos salir de nuestro mundo de preparativos, planes, compras e invitaciones para “mirar” a quienes caminan a nuestro lado, para dejarnos tocar por su presencia y su momento vital, para dejarnos afectar por su realidad?
La Nochebuena o el día de Navidad, entre besos y abrazos de los seres queridos, entre regalos que se abren y cenas compartidas, ¿Nos daremos un momento para al menos mencionar el nombre de Jesús en la fiesta de su nacimiento? ¿Nos daremos l tiempo para reunirnos en torno al pesebre y cantar un villancico que nos haga sentirlo y sentirnos hermanos, familia, hombres y mujeres bendecidos por la fraternidad?
En este primer domingo de adviento démonos un tiempo para hacernos estas preguntas, para compartirlas quizás con nuestros cercanos, para responderlas y para tomar decisiones, hacer opciones…
Hagamos de este Adviento 2018 un tiempo significativo, donde Jesús y nuestros hermanos tengan el lugar importante. Estemos atentos para no confundir el camino y tengamos esperanza, porque El viene…