Nuestros primeros pasos…
Hace un mes y algunos días llegamos a formar parte de la comunidad de Paillaco. Somos las hermanas Clarisse e Immaculee, de la República Democrática del Congo; hermana Evangelina, de Argentina, que venía de Venezuela y yo, hermana Adriana, chilena. Han sido unas semanas llenas de bendiciones, sorpresas, novedades y conocimiento mutuo, tanto al interior de la comunidad como en el servicio parroquial que prestamos.
Al llegar encontramos una comunidad parroquial acogedora, preparada espiritualmente para recibirnos, un párroco agradecido de Dios de nuestra presencia, una casita implementada con esmero y cariño, y por sobre todo un gran campo de servicio y acompañamiento. Sin duda esta parroquia ha hecho mucho camino pastoral y por eso tienen tanta riqueza. Nosotras, por pura gratuidad de Dios, hemos sido invitadas a compartir fe y vida con ellos.
En estas cuatro semanas hemos ido conociendo la comunidad parroquial, algunos de sus 17 sectores o capillas, hemos participado en reuniones, encuentros y celebraciones parroquiales y diocesanas, hemos también compartido con varias familias, grupos y comunidades rurales. Ha sido un tiempo de contemplar, escuchar y comenzar a conocer su historia, riquezas y desafíos.
A medida que pasan los días van brotando en nosotras agradecimiento, compromiso, ilusión, alegría, asombro, vida, ternura y sobre todo la certeza de haber sido llamadas a servir en esta comunidad ahora.
También la vida en comunidad está siendo una experiencia profundamente enriquecedora y desafiante, no sólo por lo internacional sino también por lo intergeneracional y el provenir de tres provincias distintas. Si bien es cierto, somos una sola congregación, también es una realidad que cada provincia ha hecho un camino diverso y tiene un estilo propio que se ha impreso en nosotras. Hoy es el tiempo de hacer dialogar nuestra diversidad.
Nuestro deseo e ilusión es seguir caminando con la Iglesia viva de Paillaco, atendiendo en todo lo que podamos sus necesidades y dejándonos sorprender por Dios en cada encuentro, cada visita, cada oportunidad de acompañamiento que se nos regale.
Hna. Adriana Montenegro, CMT