“La Iglesia de América Latina, deseosa y comprometida en dar frutos de vida en medio de nuestras naciones, acoge como una orientación evangélica y llena de sabiduría la propuesta programática del Papa Francisco para toda la Iglesia.
Así lo manifiesta el mensaje conclusivo de la asamblea general del CELAM, celebrada en Ciudad de Panamá entre el 14 y el 17 de mayo de 2013. En representación de la Conferencia Episcopal de Chile participaron el presidente, Mons, Ricardo Ezzati, y el secretario general, Mons. Ignacio Ducasse. Cabe recordar que el actual secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano es Mons, Santiago Silva, obispo auxiliar de Valparaíso.
Los pastores del continente se sienten “llamados a caminar, sin acomodarnos ni conformarnos con los logros alcanzados, pero tampoco sin dejarnos vencer por las dificultades o por los miedos (…) llamados a construir la Iglesia, a partir de nuestra vinculación vital con Jesucristo y la fuerza renovadora de su Resurrección: una iglesia, casa y escuela de comunión (cf. Documento de Aparecida, 188), con rostro amable, capaz de dialogar con los hombres y mujeres de hoy, con el mundo y la cultura de nuestro tiempo; una iglesia que contagie la esperanza y la vida que brota del Evangelio; una iglesia en la que todos sus miembros sean corresponsables de su conducción, de su destino y de su misión”.
Agregan los obispos que en este encuentro han “tomado conciencia y reflexionado sobre los graves problemas de nuestros pueblos, entre los cuales señalamos: el deterioro de la institucionalidad democrática, el avance de un modelo económico que favorece la concentración de la riqueza en pocas manos, decisiones legislativas contrarias a valores morales, diversas expresiones de violencia que atentan contra la dignidad humana y la convivencia pacífica. Ante la urgencia de tales retos, acogemos con renovado compromiso el deseo de llevar adelante la Misión Continental,
en solidaridad con quienes más sufren, como Jesús lo ha enseña y el Papa Francisco lo está recordando, «proyectándonos necesariamente hacia las periferias más hondas de la existencia» (cf. Aparecida, 417)”.
FUENTE: Iglesia.cl