El 7 de Octubre el Papa ha proclamado oficialmente “Doctor de la Iglesia” a Santa Hildegarda de Bingen. Después de Evangelista y Apóstol, el título más importante de la Iglesia Católica (como también de la Ortodoxa, la Anglicana o Siria) es el de”Doctor de la Iglesia”. Doctor, que etimológicamente quiere decir “el que enseña”, o “el enseñante”, es un título que dentro de la Iglesia y con carácter universal sólo se ha aplicado a 35 cristianos. Y es que la personalidad de Hildegarda de Bingen se agiganta al conocer su vida y su obra. Fue una mujer que se escribía con emperadores, reyes y nobles, la primera que predicó en público y la primera abadesa de un convento independiente de monjas.
Hildegarda nació en Bemersheim (Alemania) en el valle del Rin, el año 1098 o 99, y en el seno de una familia noble alemana. Fue la menor de diez hijos, estando así, destinada a la Iglesia. Desde muy niña, Hildegarda sufrió visiones que más tarde la propia Iglesia confirmaría como inspiradas por Dios. Estos episodios, descritos como una gran luz que la rodeaba, la dejaban muy mal e incluso la cegaban temporalmente.
Sus padres preocupados decidieron entregarla totalmente al convento benedictino Disibodenberg. Así, tuvo un profundo aprendizaje en latín, griego, liturgia, música, oración y ciencias naturales, y además una disciplina asceta. A los dieciocho años, Hildegarda toma los habitos bendictinos.
En 1136 asumió el mando del convento aún siendo muy joven. A la edad de cuarenta y dos años, le sobrevino el despertar religioso, el episodio de visiones más fuerte que tuvo, y durante el cual recibió la misión de predicar sus visiones y la comprensión religiosa que le había sido otorgada. A partir de ahí, Hildegarda escribe sus experiencias. las visiones comenzaron desde su muy temprana infancia y que en ellas no mediaba el sueño, ni el éxtasis, ni la pérdida de los sentidos. Tales visiones siempre se acompañaban de manifestaciones lumínicas;
De los nueve libros que escribió, se destacan Scivias -de corte místico-, Liber Vitae Meritorum -sobre ética- y Operatione Dei -sobre teología-. Otro de sus libros, el Liber Simplicis Medicinae es importantísimo para la medicina, pues en el se hace un acercamiento a la ciencia de curar desde la perspectiva holística, incluyendo conocimientos de botánica y de bilogía. De la misma forma, el Liber Compositae Medicinae trata sobre las enfermedades, pero desde el punto de vista teórico y explica sus causas y síntomas. Otra de sus principales obras es la creación de su Lingua Ignota, primera lengua artificial de la historia. Presenta 23 nuevas letras constituyendo un alfabeto hasta entonces desconocido, que si bien tienen cierta semejanza con los rasgos del alfabeto griego y hebreo, no se considera que Hildegarda haya intentado emularlos. Se ha propuesto que su creación fue de carácter místico, no obstante, muchas de las palabras de dicho lenguaje parecen tender hacia un interés científico. Pero no hay un motivo claro del porqué de su creación.
Pero, Hildegarda no sólo se dedicó a escribir, si no que además compuso música y escribió setenta y siete canciones aproximadamente, y una ópera Ordo Virtutum, por la cual se ha dicho que la compositora fue más allá de las normas de la música medieval y le otorgó un nuevo lenguaje. La música hildegardiana se diferencia por el uso de amplios rangos tonales, que exigen a la cantante o al coro subir a agudos intensos estando en una nota intermedia o baja. Contrae frases melódicas que impulsan a la voz a ser más rápida para luego ralentizarse. Usa igualmente intervalos de cuarta y quinta, cuando el canto de su época rara vez pasaba de terceras.
Es por esta época, que un comité de teólogos del Vaticano legitimó sus visiones y sus mensajes, que para muchos eran predicciones del futuro, aunque ella lo negara y dijera que más bien era una proyección del presente. Tal fue su reconocimiento, que llegó a ser conocida como la “Sibila del Rin”. En este momento, la gente la buscaba para escuchar sus palabras de sabiduría, para curarse o para que los guiara. En el Concilio de treveris el Papa leyó algunos de sus escritos frente a los obispos, se escribió cartas con Federico Barbarroja, Bernardo de Claraval y Leonor de Aquitania.
La labor de escritora de Hildegarda se vio interrumpida muchas veces por los viajes de predicación. Si bien la clausura en sus tiempos no era tan rígida como lo sería a partir de Bonifacio VIII, no dejó de sorprender y admirar a sus contemporáneos que una abadesa abandonara su monasterio para predicar. El contenido de su predicación giró en torno a la redención, la conversión y la reforma del clero, criticando duramente la corrupción eclesiástica, además de oponerse firmemente a los cátaros; al condenar las doctrinas de estos, rogó a los gobernantes que los castigasen, pero no los ajusticiasen.
En cuanto a su relación con la Iglesia, no siempre fue amorosa, pues Hildegarda atacó seriamente las costumbres corruptas de algunos de los hombres de iglesia y denunció por no seguir los preceptos de compasión. Además, la desafiaba constantemente y en una época en que no había duda de la culpabilidad de Eva, ella se limitó a decir que Eva no había cometido falta, sino que era una víctima engañada por Satán, quien le envidiaba a la mujer su capacidad de dar vida. Por si fuera poco, se atrevió a visualizar el acto sexual como una unión espiritual que iba más allá de la procreación.
La relación con la Iglesia alcanzó su crisis, cuando Hildegarda y las mojas del convento Rupertsburgo que ella había fundado le dieron sepultura en el cementerio de su convento a un joven revolucionario, que había sido excomulgado por el arzobispo. Así, según la Iglesia el joven no merecía santa sepultura, pero Hildegarda insitía en que él se había arrepentido. Se negó a desenterrarlo e incluso hizo desaparecer cualquier rastro de entierro, para que nadie se atreviera a buscarlo. Este problema le acarreó a Hildegarda y a todas las mojas a su cargo una prohibición de hacer música. Ella muy molesta, le escribió al Arzobispo una carta bastante dura en las que se lamentaba de la “perdida” que esto significaba pues la música era muy importante para el alma. Fue perdonada posteriormente.
Les dejamos a continuación una escena de la Pelicula “Visión”, de Margharetta Von Trotta, acerca de la Vida de esta Santa: