Los encuentros… Así podríamos llamar este domingo que se nos regala.
Nuestro primer encuentro es con Abraham, que acoge a tres hombres, que tiene un encuentro con ellos. En Génesis (18,1-10a) vemos como Abram, en un día de mucho calor, descansaba frente a su tienda a la sombra de la encina. De pronto divisa tres viajeros y corre de prisa hacia ellos, los acoge contento, los atiende con esmero y les ofrece aquello que más les puede servir en un día caluroso: agua, pan, cordero, sombra, un lugar para descansar. No se incomoda porque le rompan su descanso, su rutina, su plan. Por el contrario, se preocupa sinceramente, no pierde tiempo ni desaprovecha medios para atenderlos lo mejor posible. En palabras de hoy, podemos decir que la visitas de estos tres hombres “lo desinstala”, pero es una desinstalación que le produce alegría, que le trae vida.
Nuestro segundo encuentro es con Pablo en la Carta a los Colosenses (1,24-28) El dice “Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo”. Esa es la misión que se le encomendó, y cumplirla le trajo sufrimientos. Al conocer a Cristo sale de las seguridades fariseas para aventurarse en los riesgos del Camino…Y esta salida, al igual que a Abraham, le produce alegría. “Ahora me alegro de sufrir por ustedes” es lo primero que leemos en este pasaje
El tercer encuentro de hoy es con Jesús, que visita sus amigas Marta y María. (Lucas 10, 38-42): Una visita de amigo, una visita como seguramente muchas otras. Se sienta, comparte con ellas. María sentada a sus pies lo escucha atenta, serena, disfrutando del encuentro. Marta en cambio, que anda muy ocupada, probablemente preparando la comida y otras cosas, está inquieta, nerviosa, tanto que Jesús, frente a su reclamo, le contesta «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.» ¿Cuál es esa parte mejor que María ha escogido? Dejar en ese momento todo de lado y disfrutar del encuentro con Jesús. María escogió encontrarse de veras con su amigo y Señor, discierne y opta.
Tres encuentros y un secreto para encontrar paz, alegría y plenitud: aprender a encontrarnos con el Otro, con los otros, con nosotros mismos, desde la desinstalación y ofrecimiento de los mejor que somos y tenemos, el estar dispuestos al esfuerzo y sufrimiento, si las circunstancias así lo piden y el elegir la mejor parte.
Este aprendizaje no es fácil, pero vale la pena. Sigamos los pasos que la liturgia de hoy nos propone: Como Abraham, contemplemos, abramos los ojos del corazón para ver al Otro y otros, y desde esa mirada profunda acogerlos… “Mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, alzó la vista y vio”.
Como Pablo, asumamos las consecuencias con su misma alegría y certeza porque “así completo en mi carne los dolores de Cristo”.
Démonos tiempo para discernir y elegir el camino verdadero “María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán “