El Domingo 25 de Septiembre recibimos la visita de Franklin Lobos y Omar Reygadas, dos de los 33 mineros rescatados de un derrumbe hace poco más de un año en Chile.
Su visita a nuestra comunidad parroquial fue una ocasión de acción de gracias y de elevar una oración a Dios dador de la vida y de Quien deriva todo lo bueno y lo noble; dar gracias por la vida que nos regala cada día y que a veces no apreciamos como deberíamos.
El hecho que nuestros hermanos Franklin y Omar y otros 31 hermanos más vivieron ese 5 de agosto del año pasado, hizo que todos reflexionáramos acerca de lo impredecible y frágil que es nuestra vida; fue un acontecimiento que hizo que todo el mundo se uniera en oración por estos 33 hombres que valerosamente luchaban por sobrevivir en esas condiciones.
No sólo fue un país entero, fue el mundo entero que oró incesantemente por ellos. Y como dice el refrán: “No hay mal que por bien no venga” o decimos en cristiano: “Sabemos que, a los que aman a Dios, todo les sirve para el bien”… fueron muchas las cosas buenas que sacamos de esta experiencia:
– El haber podido vivir un sentido de hermandad universal en que el mundo entero se volcó por ir al rescate de estos hermanos;
– El sentido de fraternidad que ellos mismo vivieron mientras estuvieron atrapados,
– La fe que suscitó,
– la oración de todos,
– La esperanza de recuperarlos con vida,
– El Amor de un pueblo y del mundo entero.
– La nueva vida de estos hermanos nuestros que han sobrevivido a una tragedia gracias a su fe, a su esperanza, a su coraje y su comunión solidaria.
– Y tantas otras gracias que el Señor nos regaló a cada uno particular.
Por esto hoy decimos: ¡GRACIAS PADRE! Y encomendamos e a estos hermanos nuestros para que el Señor los siga llevando de Su mano
y para que con su testimonio de vida puedan seguir tocando tantos corazones.
Encomendamos también al pueblo chileno, que constantemente nos da ejemplo de fortaleza, fe y esperanza ante la adversidad.
Y encomendamos a todo el mundo para que vivamos realmente como hermanos en comunión y solidaridad.
Hna. Marcela Jaque, CMT