Hace unos días nació la Provincia de América, Virgen de Guadalupe, y con ella una nueva manera de ser y hacer familia en el Carmelo Palautiano, una nueva realidad carismática para el continente.

Si bien es cierto constatamos luces y sombras al revisar el camino recorrido, el nuevo nacimiento nos pone de cara al futuro, con la experiencia de lo vivido y la esperanza de los sueños y anhelos que fuimos compartiendo.

La “nueva realidad” quiere transparentar a Cristo Iglesia y tiene la belleza de la comunión de los distintos, la complementariedad de lo diverso, el sentido de cuerpo, el espíritu de familia, el llamado a la Misión Compartida desde la cultura del encuentro, que da contenido a nuestra identidad carismática en América; tiene la belleza de la búsqueda y el

La “nueva realidad” ha querido aceptar el desafío de la Misión Compartida como modo de ser, estar y servir en el continente americano. Laicos y hermanas, sabiéndonos portadores de un mismo carisma, que es don para todos y cada uno, libremente decidimos salir al encuentro de las fronteras llagas y heridas de América, tejer relaciones al servicio de la vida, visibilizar lo que el sistema y los intereses han ido invisibilizado, comprometernos en “ayudar a nacer la vida” y, además, celebrar en Familia la belleza de la multiculturalidad, aprendiendo a conocer, valorar y acoger al otro, a la otra, en su riqueza singular.

En esta “nueva realidad” con humildad y realismo aceptamos la invitación a entrar en la propia interioridad para ir cultivando una mirada compasiva y misericordiosa, lúcida y profética sobre la realidad del continente por donde caminamos los hijos e hijas de Palau; a buscar caminos que nos lleven a vivir encuentros vivificantes, hondos y fecundos, a dejarnos interpelar y mover por las nuevas generaciones, a no ser indiferentes a los clamores del Pueblo de Dios.

La “nueva realidad” ha querido llamarse “Familia Palautiana” porque luego de días de compartir, discernir y experimentar la comunión en las diferencias, sentimos que esta expresión era la que mejor reflejaba lo que estábamos experimentando y lo que deseábamos construir hacia el futuro.

La “nueva realidad” tiene como advocación “Virgen de Guadalupe”, maestra de comunión, portadora de vida y rostro de nuestros pueblos. Haciendo propio el deseo de nuestra hermana general “Que el tejido de nuestras relaciones sea una nueva <tilma> (ayate) generadora de vida y vida en abundancia” comenzamos esta nueva etapa como Familia Palautiana en América comprometidos y llenos de esperanza.

Tu y yo, nosotros, somos esa nueva realidad.