DOMINGO 27 Ciclo C

Hoy se nos llama a la esperanza,  a creer que el dolor y a veces el horror que vemos a nuestro alrededor, pasarán, a confiar  que la oscuridad y sufrimiento que podamos estar experimentando en la propia vida, también pasarán, a creer que vendrán tiempos mejores y que todo el dolor, miedo, incertidumbres y sufrimientos que hemos tenido o estamos viviendo hoy, pasarán; que llegará un momento en que despertaremos y tendremos paz, consuelo, alivio, luz.  Dios le da esta esperanza al profeta Habacuc (Habacuc 1,2-3;2,2-4) La visión espera su momento si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse, que el . el justo vivirá por su fe. Y es como si dijera  “Ten fe, mantente firme en la fe, cree y espera, porque te lo digo yo, tu Dios, que este tiempo pasará”-  Y lo mismo vemos cuando el  apóstol Pablo le dice a Timoteo (Timoteo 1,6-8.13-14) Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio […]Vive con fe y amor en Cristo Jesús.

Un llamado a la fe y la esperanza que también encontramos en el Evangelio que se nos presenta este domingo.  Dice Lucas (Lc17,5-10) que los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.». ¡Y cómo no hacerlo si lo que vivían los sobrepasaba por completo! Porque lo cierto es que, aunque vivían con Él y eran testigos de sanaciones, liberaciones y milagros, aunque escuchaban las palabras que dirigía a las multitudes y a ellos en la intimidad,  aunque recibían  día a día sus enseñanzas, les costaba entender lo que iban viendo y viviendo, les costaba creer todo aquello, se les hacía difícil descubrir la verdad y el mensaje que había detrás de todo aquello; se daban cuenta que necesitaban una nueva mirada, un nuevo entendimiento para poder comprender lo que se les mostraba y pedía. Sus corazones no eran capaces de asimilar todo eso, porque Jesús les enseñaba y les pedía cosas que  rompían sus esquemas mentales, sus tradiciones religiosas, , su modo de ser personas de fe; Jesús les pedía una confianza total,  una fe radical en El y en su Padre,   por eso le pedían más fe, porque creer así era lanzarse en el vacío, en el desprendimiento de todas las seguridades humanas, para adentrarse en el mundo del Misterio donde había sólo un Guía, una Luz, una Seguridad: Jesús y su palabras..

Todos nosotros, para poder vivir en plenitud,  necesitamos esa fe, porque al igual que el pueblo de Israel, a veces, viendo  nuestro mundo, somos tentados a perder la confianza en Dios,  a creer que Él se ha quedado en silencio, se ha desentendido de nosotros, y con frecuencia nos descubrimos preguntándonos ¿Cómo Dios permite esto? O diciendo, ¿Dónde estás Señor? Qué no ves lo que está pasando? Y sentimos que su silencio y su ausencia nos duelen por dentro. Pero Él está, y nos habla… Lo que pasa es que hay tanto ruido  a nuestro alrededor, hay tanto ruido en nuestro interior, que no somos capaces de verlo o escucharlo. Nuestra mente y corazón están tan ocupados en mil cosas, que no tendemos ese espacio de paz y silencio en donde podamos hacer una relectura o revisión de lo que vemos y vivimos y así perdemos la oportunidad de descubrirlo cercano, presente y actuando.

Necesitamos más fe, sí,  porque, cuando en el Evangelio se nos dice Si tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar.” Y les obedecería, ¿Creemos de verdad que eso es posible para nosotros?, ¿Nos damos cuenta que si bien es cierto no hemos hecho milagros llamativos sí hemos movido muchas otras cosas gracias a la fe? Demasiadas veces nos quedamos en una lectura  superficial porque la verdad es que tenemos más fe de la que pensamos, porque si bien es cierto no hemos movido moreras con nuestra fe, si hemos sobrepasado tiempos oscuros y difíciles, momentos de dolor y oscuridad que queríamos se acabara pronto; pero fuimos sostenidos por nuestra fe en Cristo, aferrados a Dios pasamos la tormenta.

Que las palabras del Señor en este día sean una luz de esperanza  y fuerza en la fe para quienes están viviendo tiempos difíciles, dolorosos y de oscuridad. Esperen, crean, confíen en Dios, que Él está, aunque no lo sientan, aunque no lo vean, Él Está,

Y para quienes han pasado ya esos momentos,  la Palabra de hoy los anime a ser agradecidos, a decirle al Señor “Gracias porque estuviste, me sostuviste, gracias porque  hoy estoy aquí viviendo tiempos de luz, de paz, más humilde, más fuerte en la fe.