Nos acercamos ya a la tradicional fiesta de San José Obrero, en la cual conjugamos el recuerdo del glorioso y santo padre adoptivo de Jesús, con la de tantos hermanos nuestros que ganando el pan de cada día con su esfuerzo material, contribuyen al crecimiento del Reino y al bienestar de  sus hermanos.

 No menos grato y consolador es el traer a la mente aquél “ID A JOSE” bíblico, y como otrora lo hiciera el pueblo de Israel acudiendo a José, en Egipto para saciar su hambre, pedirle nos alcance del Señor todo cuanto necesitamos.

En una fiesta instituída  por el Papa Pío XII el 1 de mayo de 1955, honramos al Varón Justo, al santo descendiente de la estirpe de David, que supo reunir en su persona la nobleza de su origen y la humildad de su trabajo, haciéndolo con tal dignidad, que mereció de Dios  la guarda y cuidado de su Hijo Encarnado, a tal punto que, cuando Éste realizaba ante el mundo  signos y prodigios, sus conciudadanos, asombrados, se decían: ¿ no es éste acaso el hijo del carpintero?

Acudamos por tanto a él, y pidamos interceda ante el Padre por todos los obreros, haciendo descender sobre ellos, su labor y familia, la plenitud de sus gracias.

H. Concepción Garriga Fenoll c.m.t.